Thursday, March 19, 2009

Review: La Paisana

El miércoles fuimos a almorzar a La Paisana con Manuel, Lucy y Karel. Debo confesar que mi expectativa era enorme. Pensé que mi primera visita a esta mítica picantería piurana sería una de las mejores experiencias culinarias de mi vida. En serio.

Fuimos al local que está en la esquina de la cuadra 13 de Libertad, en Magdalena. En la cuadra 14 está el otro local.

Eramos 5, la carta anunciaba fuentes chicas, medianas y grandes, así que escogimos tres fuentes chicas: cebiche de pescado, majarisco y seco de chabelo. Además pedimos jarras de chicha y dos vasos de chicha de jora (Manuel y yo).

La cancha serrana no venía con chifles, me pareció raro porque para mí Piura = chifles.

Lo primero en llegar fue el cebiche. Ahí sí se cumplió la tradición piurana: llegó con un plato adicional de sarandaja y yuca. El pescado era ojo de uva, el cebiche estaba exquisito, al igual que la sarandaja.

Después llegaron las otras dos fuentes. El mozo nos había advertido que los platos eran similares pero no le hicimos caso. Grave error. Realmente fue demasiado plátano majado. El majarisco estaba rico pero he probado mejores. En el seco de chabelo lo malo fue la carne aliñada, estaba incomible, demasiado dura.

No pudimos pedir otro plato porque ya no nos entraba, será para otra ocasión si se da la oportunidad de volver.

La cuenta salió S/. 133.

La Paisana
Dirección: Jr. Libertad cuadra 13 y 1412
Teléfono: 998709714

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Review: Puerto Madero

No! no se trata de la famosa zona de restaurantes de carnes en Buenos Aires, sino de un local de pescados y mariscos en Miraflores. Lo había visto al pasar por ahí y me parece recordar haber leído uno que otro comentario. El hecho es que caímos por ahí hace dos sábados de casualidad, cuando buscábamos qué almorzar cuando eran casi las cuatro de la tarde y tanto Hervé como Rodrigo estaban cerrados.

Había poca gente por la hora. El local es amplio y tiene el toque rústico de toda cebichería. La carta me pareció mal hecha, físicamente hablando. Aparte la mía estaba mojada con un líquido del cual no quise saber su procedencia.

De beber pedimos una malta y una limonada. De entrada pedimos un tiradito al ají amarillo, mi favorito. Estaba rico, no espectacular pero tampoco mediocre. De segundo Alvaro quiso pedir un tacu tacu con mariscos pero yo quería probar algo nuevo. Dentro de la misma línea, optamos por el tacu tacu de lentejas con mariscos al carbón y salsa nikkei. El tacu tacu y los mariscos estaban bien pero la salsa estaba dulcísima. El plato en sí resultó más dulce que una porción de picarones.

No recuerdo cuánto gastamos, estaba dentro del promedio de restaurantes de comida marina en Lima.

Puerto Madero
Dirección: Bellavista 231, Miraflores
Teléfono: 2421873

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Wednesday, March 18, 2009

Review: Pescados Capitales

El sábado fuimos a almorzar a Pescados Capitales (por fin!). Está de más hablar de este sitio, ya tiene harta fama ganada y su dueño sale en TV a cada rato. De modo que no fuimos a la aventura, sino a confirmar los buenos comentarios que recibe este lugar en todos lados.

El local es enorme. Como todos los restaurantes prósperos, empezó con un número de mesas estándar y poco a poco fue creciendo. Llegamos cerca de las 3 p.m. y había una mesa libre, a la que le daba el sol a través del techo rústico de paja. La anfitriona nos sugirió esperar por una mesa en la sombra pero decidimos que un poco de sol no sería molestia. Rápida y amablemente nos dieron la bienvenida y la carta. A Alvaro le jaló el ojo la primera página, en la que aparecen las "noticias" o novedades recomendadas. Mientras escogíamos los platos pedimos una jarra de chicha chica (1.3 litros) y comimos la canchita de ley.

La carta del restaurante, que está en su página web, es divertidísima. Los nombres y descripciones de los platos hacen alusión a los pecados capitales y sus correspondientes virtudes. Los individuales de papel también entran en el juego, en cada uno se presenta la definición y una cita relacionada con uno de los siete pecados.

La entrada elegida fue el cebiche Gandhi: bonito, langostinos, calamares, champiñones, duraznos y mandarinas con curry y chutney de mango aderezando el juguito cebichero, más los clásicos acompañantes (cebolla, choclo desgranado, camote glaseado). A mí me encantó, a Alvaro no le gustó mucho la presencia del culantro.

De fondo Alvaro escogió atún en salsa de ají de gallina. Tres medallones de pescado con salsa encima (poca salsa, que estaba deliciosa), huevo duro a la milanesa, aceituna negra y un buen trozo de pastel de papa con poro y tocino. El plato estuvo buenísimo pero el comentario de Alvaro fue atinado: el pastel debió haber sido más chico y simple y la salsa más abundante.

El mozo nos ofreció postre pero ya no podíamos más, pagamos la cuenta y nos fuimos caminando hasta Vivanda de Benavides.

El detalle de la cuenta fue:
1 jarra chicha chica 16.00
1 cebiche Gandhi 33.00
1 atún en salsa de ají de gallina 38.00
1 Zenda personal 8.00
Total S/. 95.00

Pescados Capitales
Dirección: Av. La Mar 1337, Miraflores
Teléfono: 4218808

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Phowa en Colombia (6/6)

2 de marzo 2009

Nos despertamos el lunes con el día más o menos planificado. Bajamos con la intención de salir a buscar desayuno pero la empleada había preparado arepas, huevos revueltos y jugo de mora (de pulpa congelada). Desayunamos con Iván y salimos con él en un taxi camino a su oficina. De ahí fuimos al cerro Monserrate, famoso lugar de peregrinación y recogimiento católico. Por supuesto, nosotros ni entramos a la iglesia que está en la cima. Subimos en funicular y estuvimos mirando la ciudad desde arriba. Tomamos una chelita, paseamos por la feria artesanal (Ingrid desató su personalidad de compradora compulsiva), hicimos el recorrido de las estaciones y antes de descender en el teleférico compramos una arepa con queso y una empanadita de carne. Estuvieron regulares.

Una vez abajo caminamos hasta el centro, donde encontramos otra feria artesanal. Ingrid compró unos lentes de abeja y quiso unas botas pero no había su talla. Yo compré aretes para mi hermana y mi sobrina. Después seguimos avanzando hasta la plaza principal. Luego de la foto de rigor tomamos un taxi hacia una zona donde pudimos cambiar dólares en pesos (resulta que las casa de cambio están en oficinas dentro de edificios, son difíciles de ubicar).

Luego tomamos otro hacia el barrio de La Macarena, por la plaza de toros, en donde está el restaurante El Patio. La novia de Iván nos había recomendado este lugar para comer buena comida colombiana. Preguntando llegamos y nos dimos una desagradable sorpresa cuando nos entregaron las cartas: italiana, francesa y mediterránea. Salimos despavoridos y algo apurados, no teníamos mucho tiempo para perder. Tomamos un taxi a la zona T, el sector ficho de Bogotá, donde están los centros comerciales más caros.

Caminamos un momento buscando dónde almorzar y terminamos en Club Colombia (marca equivalente a nuestra Cusqueña), bien apodado "el José Antonio de Colombia", es decir, restaurante ficho de cocina lugareña. El local es enorme, nos sentamos en una terraza cercana al bar. De beber pedimos una Club Colombia (Manuel) y jugo de frutos rojos (Ingrid y yo). Para comer le pedimos recomendaciones al mozo, nos sugirió armar una fuente con tres piqueos: yuquitas rellenas de queso y con relleno de carne (tipo papa rellena), empanaditas de carne mechada con arracacha (un tubérculo) y chicharrón de cerdo con arepas. Todo acompañado por una especie de pico de gallo y crema (creo que era simple y no agria). Todo muy rico, a excepción del chicharrón, muy difícil de masticar para mi gusto.

Manuel se pidió otra chela y yo un jugo de feijoa, me dijeron que era como la guayaba pero la verdad no me gustó, era un poco amargo.

De fondo habíamos pedido una bandeja paisa para compartir, ya con los piqueos nos habíamos llenado un poco pero de todos modos queríamos probar un plato representativo Colombiano. Felizmente no fue taaan abundante y pudimos terminar. Nos trajeron un plato hondo con frejoles a cada uno, al centro había un plato con frejoles, chicharrón, carne molida, plátano cocido y palta. Todo rico (aunque de nuevo el chicharrón no me pareció la gran cosa) y con eso sí terminamos repletos.

Luego de pagar la dolorosa fuimos caminando a chequear algunas tiendas. En un centro comercial Manuel preguntó por camisas, yo me espanté con los precios. En la calle Ingrid no resistió y le compró unos aretes de cáscara de naranja a un ambulante que le dijo que se veía churrísima. Después entramos a una especie de "local ferial", tipo polvos rosados chiquitos, en donde Ingrid por fin encontró unas botas similares a las que vio antes.

Saliendo de ahí fuimos a Beer Company, en donde tomamos unas chelas "hechas en casa". Yo no pude terminar la mía, iba a reventar. El tiempo se nos acabó y tuvimos que volver a casa de Iván por las cosas. Ahí estaba su novia, nos despedimos y partimos al aeropuerto.

Antes de migraciones aproveché para comprar caramelos de café. En migraciones tuve otra experiencia rara con "la justicia": me preguntaron mi ocupación, revisaron mi pasaporte y me llevaron nuevamente con el supervisor. Felizmente no me retuvieron ni nada. Antes de abordar el avión compramos algunas cosas más, tomamos unas cervezas más y finalmente dijimos "hasta luego" al país del café y las arepas.

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Tuesday, March 17, 2009

Phowa en Colombia (5/6)

1 de marzo 2009

El domingo desperté y vi que mis zapatos no habían secado. Los dejé donde caía un poco de sol y me quedé en slaps. Fuimos a tomar desayuno: huevos revueltos con achiote, pan de ymea, galletas saladas, mantequilla, mermelada, café, leche y chocolate con leche.

Partimos al centro de retiros, yo preocupada por mis zapatos viendo que el sol ni se asomaba. Fui conversando con un colombiano tatuado muy buena gente. Aún no empezaba la sesión, Manuel me contó que la estufa de la cafetería estaba prendida y podía aprovechar para secar mis zapatos. Todo bien hasta que vi humo saliendo de ellos, no había reparado en que el forro que rodea los tobillos tenía plástico y se quemó. Igual continué secándolos con cuidado y cuando fue hora de ir a la gompa los dejé afuera para que los eventuales rayos de sol terminen el proceso.

La sesión del domingo fue más relajada al comienzo, hicimos preguntas y respuestas. Se sintió la huella del terrorismo en las preguntas de los locales. Después tuvimos meditación y al final una bendición rápida.

El almuerzo de despedida fue arroz, guiso de res, ensalada, salsa picante de culantro, refresco y postrecito. Partimos apurados a los hospedajes para recoger las maletas y dirigirnos a Bogotá.

En el camino Manuel habló con su amigo Iván, quien gentilmente nos había ofrecido su casa para pasar la noche. La idea era ir, dejar las maletas y tomar un taxi a la conferencia. Para mala suerte Iván estaba en la clínica, se había dislocado el hombro jugando water polo. Cambiamos de planes y nos bajamos con el resto de gente, a unos metros de la estación de buses. Una vez en la estación Manuel consiguió la dirección del local de la conferencia y tomamos un taxi con ese rumbo. De más está decir que llegamos tarde y matados. El auditorio antiguo de la YMCA y las tenues luces amarillas no ayudaron para mantenernos despiertos.

El plan de la gente era ir a uno de los centros de Bogotá para pasar un tiempo con Ole pero nosotros estábamos con equipaje y hospedados no tan cerca del lugar, así que nos despedimos y nos fuimos en el taxi que habíamos pedido. De salida Ingrid se compró un sandwich de hot dog con mayonesa que devoramos más entre Manuel y yo porque a Ingrid no le gusta el hot dog, y menos con mayonesa. En su defensa, le ofrecieron de atún y de carne, ella escogió el último.

Finalmente llegamos a la casa de Iván, en un condominio nuevo, de puros ladrillos como el 99% de Bogotá. Él y su novia nos atendieron muy amablemente, nos invitaron tres leches (de un matrimonio; allá están de moda ese tipo de tortas en los matris), arepas con mantequilla y café con leche.

Nos acomodamos en el cuarto que habían preparado para nosotros y pedimos una computadora para intentar hacer el check-in. Manuel aprovechó para leer sus mails, leyó los enviados al team y fue entonces cuando supe por qué Alvaro había estado tan sospechoso dos días antes: ya había pasado su examen para piloto comercial. Luego de leer un poco de mails y conversar llegó la hora de dormir (y dado que dormí al medio me tocó escuchar ronquidos en stereo).

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Phowa en Colombia (4/6)

28 de febrero 2009

Después de dos días de lluvia decidí que era hora de ponerse el pantalón impermeable. Por supuesto sabía que esto significaba que no llovería más.

El desayuno ese sábado fue muy provinciano. Había caldo con perejil y papa sancochada, carne de cordero, y los infaltables pan de yema, mantequilla, mermelada, café, leche y chocolate con leche. Tomé un poco de caldo con papa, estaba muy bueno pero no me sabía a desayuno. Manuel sí se empujó un buen trozo de cordero con todo y grasita.

Volvimos a la carga con más phowa. Empecé a sentir algo en la parte superior delantera de la cabeza, donde a veces se ha puesto sensible desde que medito. Ole cortó abruptamente la sesión; era probable que llueva así que era mejor parar para chequear las cabezas. El nerviosismo entre los nuevos (aproximadamente la mitad de los asistentes al curso) iba in crescendo mientras llegaba nuestro turno en la cola. Afortunadamente no sólo tuve la señal, sino que salté cuando Ole puso su dedo en el sitio exacto. Todos los nuevos pasamos el examen y nos fuimos felices a almorzar.

El almuerzo nuevamente fue super casero y rico: lentejas (bajas de sal), arroz, carne molida, ensalada, refresco y postrecito.

Ole había anunciado que él y su gente tenían trabajo que hacer, por lo cual nos reuniríamos a las 7 pm. La tarde se pasó lentamente conversando, tomando café, chequeando el dharma shop. A eso de las 7:30 volvimos a la gompa. Hsbían improvisado un ecran con una tela blanca, los uruguayos mostraron un video de KDL (el centro de retiros en Uruguay), Caty mostró videos del Europe Center y fotos (algunas con Hannah en una reunión de centros). Ole pensó que sería mejor seguir el domingo porque la gente estaba distraída.

Antes de la cena nos tomamos unas latas de Poker, una de las cervezas locales, bien ligera (4% de alcohol) y rica. A pesar del frío cayó bien una chela heladita. También tomamos un vasito de aguardiente (Ingrid tomó medio y el otro medio se lo tiró en la cara). La cena nos trajo nuevamente lo que supongo es un clásico en la cocina casera colombiana: "arroz con pollo" (arroz con comino, algunas verduritas, pollo deshilachado), ensalada y el único postre rico que probé en mi corta estadía: una rebanada de queso tipo edam con bocadillo (dulce de guayaba).

Compramos algunas chelas más para llevar y regresamos al seminario. Habían comprado una torta por el cumpleaños de Magda, le cantamos happy birthday en inglés y colombiano (la versión es distinta a la que conocemos). Los uruguayos estaban alborotados por ir a Andrés Carne de Res, le pidieron permiso al padre para llegar tarde (aceptó las 3 am). Ingrid también fue, aunque sola porque mientras se arreglaba la dejaron. De todos modos pudo encontrarlos en el local y la pasaron tan bien que llegaron a las 3:30.

Aproveché para lavar mis zapatos de trekking que estaban llenos de lodo. Lucy, Manuel y yo estuvimos en la biblioteca del seminario tomando vino con los del traveling group y algunos colombianos de Medellín. No nos quedamos hasta muy tarde porque estábamos cansados.

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Phowa en Colombia (3/6)

27 de febrero 2009

Ole propuso el día anterior empezar la sesión de este día a las 9 am. Eso significaba levantarse una hora antes, así que la alarma sonó a las 6:30.

Por primera vez en el viaje probé las famosas arepas. El desayuno tuvo además pan de yema, mantequilla, mermelada, café, leche y chocolate con leche. Las arepas me parecieron ricas pero honestamente si voy a comer almidón prefiero un pancito integral.

Llegamos al centro de retiros, al entrar a la gompa vimos que nuestro sitio estaba empapado por la gotera en el techo. Encontramos un sitio en el extremo izquierdo de la primera fila y nos mudamos ahí. La experiencia de las sesiones anteriores me hizo desarrollar una técnica de estiramiento de piernas en los momentos precisos para no morir del dolor en las rodillas y la zona lumbar. Sin embargo todavía no sentía nada en la cabeza y volvieron mis miedos de no obtener la señal.

El almuerzo estuvo rico. Fue el primer pollo al curry que me ha gustado en mi vida, creo que es porque estaba bien suave. Estuvo acompañado por arroz y ensalada. Después de almorzar hablé con Alvaro por teléfono y me pidió revisar mi correo con tono sospechoso, obviamente era imposible en medio de la nada, así que le dije que lo haría cuando llegara a Bogotá.

Nuevamente después de innumerables cafés (qué rico es el café Colombiano!) volvimos a la carga con otra sesión. Una vez más llovió, así que meditamos en medio de truenos y el ruido del agua cayendo en la tierra.

La cena no fue de mis favoritas, pero estuvo bien para calentarse un poco: sopa de tomate con su chorrito de crema de leche opcional, rebanada de pan baguette, palta y refresco.

Se rumoreaba una salida a Andrés Carne de Res (restaurante famosísimo muy cercano al seminario donde nos estábamos quedando) con los uruguayos para recibir el cumpleaños de una de ellos, pero se decidió no salir esa noche.

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Sunday, March 15, 2009

Phowa en Colombia (2/6)

26 de febrero 2009

Nos despertamos a las 7:30. Después de bañarnos y alistar nuestras mochilas seguimos el llamado de la campana que afortunadamente no sonaba para indicar el inicio del rosario sino del desayuno. En el comedor nos encontramos con la gente y rompimos el ayuno nocturno con pan de yema, mantequilla, mermelada, huevos revueltos, queso fresco desabrido, café con leche y chocolate con leche.

Los buses nos llevaron al centro de retiros. Afortunadamente Pedro de Venezuela nos había conseguido un sitio más adelante, aproximadamente en la mitad de la gompa. Ahí nos acomodamos y empezó la primera sesión del día.

El almuerzo estuvo rico, bien casero como la cena del día anterior: frejoles negros con arroz y salchicha, ensalada (apio, tomate, etc.), salsa no picante, plátano frito, refresco y postrecito empaquetado. Me di cuenta de que los dulces no son el fuerte en Colombia.

Después de un descanso en el que tomé varios vasos de café y comprobé que mi gastritis es producida por el trabajo, volvimos a la gompa para la siguiente sesión. En medio de la sesión empezó a llover. Justo encima de nosotros había un hueco parchado con duct tape, que evidentemente no fue suficiente para frenar las goteras. Tuve que moverme adelante, al lado de una chica con la que ya habíamos estado conversando, para no terminar con el pantalón empapado.

Terminada la sesión fuimos a cenar. Nos dieron pasta tubular con pomodoro y carne de res molida, parmesano, ensalada y refresco. Todo muy rico. Ya no recuerdo qué día nos dieron qué dulce, pero en un par de oportunidades hubo cocaditas para mi mala suerte.

Luego volvimos al seminario para un reparador descanso.

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Phowa en Colombia (1/6)

La venida de Ole este año fue, en mi opinión, más intensa que la del año pasado. Hubo harta chamba, en parte por contar con 26 extranjeros en la casa, algunos de ellos durmiendo en los cuartos y otros compartiendo la sala y la gompa con nosotros. La agenda de Ole estuvo demasiado ocupada, pero finalmente todo resultó bien.

El día de la conferencia, cuando ya estábamos en la meditación, me llamó Manuel para avisarme que Lan había retrasado su vuelo a Bogotá. El vuelo que nos llevaría al phowa a Ingrid, Manuel y a mí saldría a las 15:10 en lugar de las 12:40. Eso significaba no sólo llegar tarde a la primera sesión del curso, sino también coordinar el transporte hasta el centro de retiros. Mi estrés, que ya iba de bajada, retomó vuelo.

25 de febrero 2009

Después de dormir poco y mal en la gompa, con el alcohol aún presente en mi organismo por la juerga de la noche anterior, me levanté a preparar jugo y café para los extranjeros que partían. Despachamos a casi todos, al final nos quedamos con Anna, Caty y Ole mientras acomodaban sus maletas en los carros de Carlos y Hugo. Yomaira estaba aún en mi cuarto, terminando de empacar. Finalmente se fueron y pensé ingenuamente que podría dormir algo antes de ir al aeropuerto. Lo primero que hice cuando pude entrar a mi cuarto fue llamar a Manuel para ver cómo resolveríamos el tema de la movilidad del aeropuerto al curso. Felizmente me dijo que le habían conseguido un taxi, así que me comuniqué con alguien de Colombia para informar que llegaríamos por nuestra cuenta.

Terminé de empacar lo que faltaba y no hubo tiempo para más. Ni siquiera para meditar un ratito. Nos recogieron mis suegros y partimos al aeropuerto. Mientras esperaba en la cola de la clase turistas del counter llegó Manuel y chequeó su equipaje en business... el que puede, puede. Alfonso e Ingrid llegaron varios minutos después, como era de esperarse. Ingrid chequeó su equipaje y por insistencia de Alfonso fuimos a comer algo. Jugos de La Gran Fruta para Ingrid, Manuel, Alvaro y yo, cebiche y chifa para Alfonso, ensalada para Ingrid, hamburguesa para Manuel y barritas de Bio Anden para mí (las que sobraron de la comida de Ole).

Llegó la hora de subir al avión, Manuel e Ingrid tenían asientos contiguos en la fila 14 y yo el asiento de pasillo en la fila 13. Manuel habló con el señor que estaba en su fila y accedió a cambiar conmigo, así que estuvimos conversando un buen rato. Después Ingrid aprovechó para avanzar con su tarea de Amitabha y Manuel y yo nos quedamos jato. El snack del avión fue un sandwich en pan de molde (tipo triple, pero ya no me acuerdo de qué) y una chocoteja. Comí el sandwich pero en realidad no tenía mucha hambre, el litro de jugo de lúcuma con plátano había estado contundente.

Finalmente llegamos a Bogotá. En migraciones sospecharon de mí cuando dije que no recordaba el nombre del hotel en el que me estaba quedando. Me llevaron con la supervisora, quien revisó mi pasaporte y me dejó pasar. Nos dimos cuenta de una extraña mancha en la frente de algunos empleados del aeropuerto. Al salir a esperar la movilidad preguntamos a un policía y nos contó que era una señal por tratarse de miércoles de ceniza. No sabía que los bogotanos eran tan católicos.

Esperamos un poco y llegó nuestra movilidad. El conductor no conocía el lugar así que cuando estuvimos más o menos cerca Manuel llamó al encargado del transporte del curso para que nos guíe. Nos informó que él también andaba por ahí y que había una buseta (un bus) cerca. Cuando ubicamos al pata nos bajamos para esperar con él que el bus regrese a buscarnos. Cuando llegó nos subimos y llegamos felices al centro de retiros en Tabio. Todo funcionó como reloj suizo, incluyendo el roaming de Manuel que nos sirvió muchísimo en todo el viaje.

Cuando llegamos al centro de retiros, ubicado a cerca de 3000 msnm, en medio de un bosque de eucaliptos, nos encontramos con la gente que había estado en Lima, la gente de Piura, algunos uruguayos, etc. Nos informaron que el vuelo de Ole se había atrasado y él estaba en una entrevista. La gente estaba cenando aún así que dejamos nuestras cosas en la gompa (una carpa gigante en una parte plana del lugar, y aprovechamos para alimentarnos. El comedor es una carpa grande ubicada en una lomita. Hicimos la cola, agarramos nuestro azafate (en realidad parecían tablas de picar de madera), nuestros platos de cerámica rústica y nos sirvieron el popular ajiaco: una sopa con papa desmenuzada, pollo deshilachado y choclo. Como guarnición nos dieron arroz, un pedazo de palta y un vasito descartable pequeño con alcaparras. También nos dieron refresco de fruta sin azúcar y un postrecito empaquetado. La comida estuvo rica y reparadora.

Luego llegó Ole y empezó la primera sesión. Nos acomodamos atrás porque no había sitio y escuchamos a Ole lo más atentamente que pudimos, a pesar de estar chaquetas. Nos enteramos que Lucy llegó más tarde y se fue de frente al hospedaje.

Terminada la sesión nos acomodamos en los buses para ir al hospedaje. Nos tocó un seminario católico, para variar. Nos tocó un cuarto con dos camas y una tarima bajísima, en la que durmió Manuel. Nos acomodamos rápidamente y caímos rendidos en un sueño reparador que sólo fue interrumpido de vez en cuando por los ronquidos de Manuel.

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