Tuesday, March 17, 2009

Phowa en Colombia (5/6)

1 de marzo 2009

El domingo desperté y vi que mis zapatos no habían secado. Los dejé donde caía un poco de sol y me quedé en slaps. Fuimos a tomar desayuno: huevos revueltos con achiote, pan de ymea, galletas saladas, mantequilla, mermelada, café, leche y chocolate con leche.

Partimos al centro de retiros, yo preocupada por mis zapatos viendo que el sol ni se asomaba. Fui conversando con un colombiano tatuado muy buena gente. Aún no empezaba la sesión, Manuel me contó que la estufa de la cafetería estaba prendida y podía aprovechar para secar mis zapatos. Todo bien hasta que vi humo saliendo de ellos, no había reparado en que el forro que rodea los tobillos tenía plástico y se quemó. Igual continué secándolos con cuidado y cuando fue hora de ir a la gompa los dejé afuera para que los eventuales rayos de sol terminen el proceso.

La sesión del domingo fue más relajada al comienzo, hicimos preguntas y respuestas. Se sintió la huella del terrorismo en las preguntas de los locales. Después tuvimos meditación y al final una bendición rápida.

El almuerzo de despedida fue arroz, guiso de res, ensalada, salsa picante de culantro, refresco y postrecito. Partimos apurados a los hospedajes para recoger las maletas y dirigirnos a Bogotá.

En el camino Manuel habló con su amigo Iván, quien gentilmente nos había ofrecido su casa para pasar la noche. La idea era ir, dejar las maletas y tomar un taxi a la conferencia. Para mala suerte Iván estaba en la clínica, se había dislocado el hombro jugando water polo. Cambiamos de planes y nos bajamos con el resto de gente, a unos metros de la estación de buses. Una vez en la estación Manuel consiguió la dirección del local de la conferencia y tomamos un taxi con ese rumbo. De más está decir que llegamos tarde y matados. El auditorio antiguo de la YMCA y las tenues luces amarillas no ayudaron para mantenernos despiertos.

El plan de la gente era ir a uno de los centros de Bogotá para pasar un tiempo con Ole pero nosotros estábamos con equipaje y hospedados no tan cerca del lugar, así que nos despedimos y nos fuimos en el taxi que habíamos pedido. De salida Ingrid se compró un sandwich de hot dog con mayonesa que devoramos más entre Manuel y yo porque a Ingrid no le gusta el hot dog, y menos con mayonesa. En su defensa, le ofrecieron de atún y de carne, ella escogió el último.

Finalmente llegamos a la casa de Iván, en un condominio nuevo, de puros ladrillos como el 99% de Bogotá. Él y su novia nos atendieron muy amablemente, nos invitaron tres leches (de un matrimonio; allá están de moda ese tipo de tortas en los matris), arepas con mantequilla y café con leche.

Nos acomodamos en el cuarto que habían preparado para nosotros y pedimos una computadora para intentar hacer el check-in. Manuel aprovechó para leer sus mails, leyó los enviados al team y fue entonces cuando supe por qué Alvaro había estado tan sospechoso dos días antes: ya había pasado su examen para piloto comercial. Luego de leer un poco de mails y conversar llegó la hora de dormir (y dado que dormí al medio me tocó escuchar ronquidos en stereo).

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