Sunday, March 15, 2009

Phowa en Colombia (1/6)

La venida de Ole este año fue, en mi opinión, más intensa que la del año pasado. Hubo harta chamba, en parte por contar con 26 extranjeros en la casa, algunos de ellos durmiendo en los cuartos y otros compartiendo la sala y la gompa con nosotros. La agenda de Ole estuvo demasiado ocupada, pero finalmente todo resultó bien.

El día de la conferencia, cuando ya estábamos en la meditación, me llamó Manuel para avisarme que Lan había retrasado su vuelo a Bogotá. El vuelo que nos llevaría al phowa a Ingrid, Manuel y a mí saldría a las 15:10 en lugar de las 12:40. Eso significaba no sólo llegar tarde a la primera sesión del curso, sino también coordinar el transporte hasta el centro de retiros. Mi estrés, que ya iba de bajada, retomó vuelo.

25 de febrero 2009

Después de dormir poco y mal en la gompa, con el alcohol aún presente en mi organismo por la juerga de la noche anterior, me levanté a preparar jugo y café para los extranjeros que partían. Despachamos a casi todos, al final nos quedamos con Anna, Caty y Ole mientras acomodaban sus maletas en los carros de Carlos y Hugo. Yomaira estaba aún en mi cuarto, terminando de empacar. Finalmente se fueron y pensé ingenuamente que podría dormir algo antes de ir al aeropuerto. Lo primero que hice cuando pude entrar a mi cuarto fue llamar a Manuel para ver cómo resolveríamos el tema de la movilidad del aeropuerto al curso. Felizmente me dijo que le habían conseguido un taxi, así que me comuniqué con alguien de Colombia para informar que llegaríamos por nuestra cuenta.

Terminé de empacar lo que faltaba y no hubo tiempo para más. Ni siquiera para meditar un ratito. Nos recogieron mis suegros y partimos al aeropuerto. Mientras esperaba en la cola de la clase turistas del counter llegó Manuel y chequeó su equipaje en business... el que puede, puede. Alfonso e Ingrid llegaron varios minutos después, como era de esperarse. Ingrid chequeó su equipaje y por insistencia de Alfonso fuimos a comer algo. Jugos de La Gran Fruta para Ingrid, Manuel, Alvaro y yo, cebiche y chifa para Alfonso, ensalada para Ingrid, hamburguesa para Manuel y barritas de Bio Anden para mí (las que sobraron de la comida de Ole).

Llegó la hora de subir al avión, Manuel e Ingrid tenían asientos contiguos en la fila 14 y yo el asiento de pasillo en la fila 13. Manuel habló con el señor que estaba en su fila y accedió a cambiar conmigo, así que estuvimos conversando un buen rato. Después Ingrid aprovechó para avanzar con su tarea de Amitabha y Manuel y yo nos quedamos jato. El snack del avión fue un sandwich en pan de molde (tipo triple, pero ya no me acuerdo de qué) y una chocoteja. Comí el sandwich pero en realidad no tenía mucha hambre, el litro de jugo de lúcuma con plátano había estado contundente.

Finalmente llegamos a Bogotá. En migraciones sospecharon de mí cuando dije que no recordaba el nombre del hotel en el que me estaba quedando. Me llevaron con la supervisora, quien revisó mi pasaporte y me dejó pasar. Nos dimos cuenta de una extraña mancha en la frente de algunos empleados del aeropuerto. Al salir a esperar la movilidad preguntamos a un policía y nos contó que era una señal por tratarse de miércoles de ceniza. No sabía que los bogotanos eran tan católicos.

Esperamos un poco y llegó nuestra movilidad. El conductor no conocía el lugar así que cuando estuvimos más o menos cerca Manuel llamó al encargado del transporte del curso para que nos guíe. Nos informó que él también andaba por ahí y que había una buseta (un bus) cerca. Cuando ubicamos al pata nos bajamos para esperar con él que el bus regrese a buscarnos. Cuando llegó nos subimos y llegamos felices al centro de retiros en Tabio. Todo funcionó como reloj suizo, incluyendo el roaming de Manuel que nos sirvió muchísimo en todo el viaje.

Cuando llegamos al centro de retiros, ubicado a cerca de 3000 msnm, en medio de un bosque de eucaliptos, nos encontramos con la gente que había estado en Lima, la gente de Piura, algunos uruguayos, etc. Nos informaron que el vuelo de Ole se había atrasado y él estaba en una entrevista. La gente estaba cenando aún así que dejamos nuestras cosas en la gompa (una carpa gigante en una parte plana del lugar, y aprovechamos para alimentarnos. El comedor es una carpa grande ubicada en una lomita. Hicimos la cola, agarramos nuestro azafate (en realidad parecían tablas de picar de madera), nuestros platos de cerámica rústica y nos sirvieron el popular ajiaco: una sopa con papa desmenuzada, pollo deshilachado y choclo. Como guarnición nos dieron arroz, un pedazo de palta y un vasito descartable pequeño con alcaparras. También nos dieron refresco de fruta sin azúcar y un postrecito empaquetado. La comida estuvo rica y reparadora.

Luego llegó Ole y empezó la primera sesión. Nos acomodamos atrás porque no había sitio y escuchamos a Ole lo más atentamente que pudimos, a pesar de estar chaquetas. Nos enteramos que Lucy llegó más tarde y se fue de frente al hospedaje.

Terminada la sesión nos acomodamos en los buses para ir al hospedaje. Nos tocó un seminario católico, para variar. Nos tocó un cuarto con dos camas y una tarima bajísima, en la que durmió Manuel. Nos acomodamos rápidamente y caímos rendidos en un sueño reparador que sólo fue interrumpido de vez en cuando por los ronquidos de Manuel.

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