Thursday, March 29, 2007

Fumigaron el centro

Nosotros decíamos que vivían en la casa 6, 7, 8, 9 seres. Pero no era así. Estábamos rodeados de cucarachas de todos los tamaños. Chicas en la cocina (desde bebés hasta adultas) y grandes en el patio (de vez en cuando se metían a nuestro cuarto, las condenadas). El martes fue día de fumigación, cuando llegamos en la noche a la casa estaban regados los cadáveres por todas partes, especialmente en la cocina. Pero las refugiadas del microondas "nuevo" sobrevivieron, me las encontré ayer tempranito cuando pretendía calentar mi avena. El microondas "viejo" estaba libre, así que la calenté ahí.

Julio Llosa, quien nos enseñó Biología Molecular en la UPC, dijo que las cucarachas y los tiburones son las dos especies que menos han evolucionado en la historia del planeta porque no lo han necesitado. Son resistentes desde el inicio de los tiempos. Eso ha quedado demostrado porque varias (espero que no muchas) sobrevivieron al rociado.

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Wednesday, March 21, 2007

Review - restaurante La Preferida

Disclaimer (léase "lavada de manos"): No pretendo hacer de esto una crítica culinaria porque me faltan calificaciones para atreverme, pero me considero una "foodie" (aficionada a la comida... más bien casi adicta), además de una cocinera medianamente respetable y de paladar con refinamiento encima del promedio.

En fin, el sábado pasado mi esposo y yo cumplimos 1 mes de casados. Además de la ocasión, se acabó el gas, así que fue casi mandatorio salir a comer (era eso o cocinar en microondas). Tenía que ser algo cerca porque debíamos estar en Santa Anita a las 6 para trekkear, así que las posibilidades eran limitadas. El chifa que nos queda a media cuadra no ameritaba la ocasión, así que optamos por ir a San Antonio, a pesar de que teníamos antojo de comida marina. En el camino vimos una cebichería en la margen izquierda de la Av. 28 de Julio pero la pasamos por alto. Alvaro recordó que había otra unas cuadras hacia la derecha y que aparentemente era conocida. Debo confesar que yo no la conocía. Su nombre: La Preferida. Vimos que había carros estacionados afuera, lo cual es buena señal para cualquier establecimiento comercial, así que decidimos entrar.

El lugar es chico. En la parte delantera hay 2 barras con vitrinas, una con postres y dulces que se veían buenazos y costaban acorde con su look, y la otra con cebiches, causas y otras entradas. En esa barra había gente comiendo cebiche de pie.

Adentro está el salón comedor, chico y con la pinta típica de cebichería en la que se recala después de un día de playa. Cada mesa está provista de la clásica cancha serrana y ají de la casa. La carta tiene lo indispensable: cebiches, tiraditos, chicharrones, jaleas, chaufas, arroz con mariscos, pescado en distintas formas (a lo macho, al ajo, con champiñones, etc.), varios tipos de lenguados, un par de risottos y algunas cosas más.

Las causas que vimos en la entrada no estaban en la carta así que preguntamos por los tipos, había de langostinos, cangrejo y pulpo al olivo. Pedimos la de langostinos como entrada para compartir. De segundo Alvaro pidió chicharrón de pescado y yo arroz con mariscos. Para tomar, chicha y Cusqueña negra (adivinen cuál para quién). La chicha estaba buenaza y viene en vaso grande. La causa también estaba buena, aunque para mi gusto no supera a la de pulpa de cangrejo de Puntarenas. El chicharrón estaba bueno, pero es un plato simple que puede ser bien hecho en muchos sitios. Lo que sí, me pareció que las yucas tenían exceso de grasa. El arroz con mariscos estaba buenazo. El punto preciso, la humedad y sazón justas, la cantidad de parmesano adecuada.

Quedamos sin capacidad gástrica para pedir un postre, así que el suspiro tendrá que esperar hasta una próxima visita.

Para los que quieran visitarlo (nosotros iremos de nuevo seguramente el próximo 17) el restaurante queda en Calle Arias Aragüez 698, San Antonio, Miraflores.

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Tuesday, March 20, 2007

Peregrinación a Jerusalén

No, no ESE Jerusalén, sino un cerro con cruces cercano al pueblo de Chicla, cercano a San Mateo. Llegamos a Jerusalén por error, un error casual de nuestro guía de rutas Julio, quien olvidó llevar el mapa de la ruta a la laguna Nevería.

Una vez más nos encontramos en la panadería Marcela del Ovalo Santa Anita (la de los productos horneados con más colorante amarillo prohibido en el resto del planeta) aproximadamente a las 6 pm. Eramos 9 personas las que partimos rumbo a Chosica. Allá nos encontramos con un miembro más y tomamos la coaster con destino a San Mateo, en donde decidimos probar un hospedaje que conocíamos sólo por referencia: el Hospedaje Patrón (del que son caseritos los Aire Puro) que nos costó 5 soles más que el albergue pero estuvo mil veces mejor. Nos repartimos en los 4 cuartos que tuvimos asignados (con 8 camas, así que Alvaro y yo dormimos en una, al igual que una parejita de chicos cuyos nombres no revelaré para evitar malos entendidos).


Luego de acomodar nuestras pertenecias salimos al Rancho (el de San Mateo, no el de la Av. Benavides), el único restaurante de la zona que atiende hasta tarde y cenamos. Nos acostamos a las 12 y pico y la mayoría durmió bastante bien.

Julio nos despertó a las 5 am, hora de alistarse y hacer cola para ir al baño. Luego esperamos a los colectivos que el dueño del hospedaje había contactado para que nos lleven a Chicla. Salimos como a las 6 am y llegamos aproximadamente media hora después.


Empezamos a subir como a las 7, el paisaje era increíble, gracias a las lluvias el verdor y las flores estaban en su máxima expresión. Atrás dejábamos a los nevados y los cerros con cultivos y adelante nos esperaba un camino duro, en parte por el desnivel pero sobre todo por la altura (partimos de los 3800 msnm).

El estado físico que me ayudó a llegar a Choquequirao aún no regresa a mí. La mala respiración y la altura me detenían cada vez más seguido. Llegamos a una pequeña laguna en donde desemboca una cascada formada - asumo - por el agua de la Laguna Nevería. De ahi seguimos el camino por una subida que nos llevó al cerro de las cruces. Más allá no había camino. Por primera vez llegamos a la meta equivocada y aunque ahora es una anécdota más de la ruta en el momento no causó mucha gracia. Se habló de regresar varios kilómetros hasta un punto donde la ruta se bifurcaba y seguir el otro camino, se habló de regresar hasta Chicla.



Emprendimos el retorno. Julio atravesó el terreno corriendo como poblador de la zona y llegó a un camino que le pareció el correcto. Algunos lo siguieron pero Alvaro, Pepe, César y yo decidimos regresar hasta Chicla. Eran las 10:30 am así que podríamos llegar a Lima temprano y descansar para un día más de trabajo. Nos detuvimos en la lagunita para tomar desayuno y luego seguimos nuestro camino hasta la carretera, en donde tomamos un bus interprovincial que nos llevó hasta Santa Anita.


Ayer me enteré que el otro grupo tampoco llegó a la laguna Nevería porque Claudia se puso mal por efectos de la altura. Así que queda pendiente una visita más, ahora que sabemos por dónde no ir.

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Friday, March 16, 2007

San Mateo, round 2

Cuando pienso en el nombre San Mateo, pienso en el agua de mesa. Recuerdo las botellas antiguas que tenía mi tío en su cuarto hace años luz. Pensar en el agua San Mateo es como volver a los ochentas, como pensar en la Pasteurina, la Copa Esmeralda con merengue o los chocolates Juguete de Motta. Hace 2 sábados visité San Mateo por primera vez. Ahí recalamos para trekkear a la laguna Rapagna. Pasamos por el lugar donde se embotella la famosa agua San Mateo y la verdad no pareció la gran cosa. Seguramente en los ochentas lo fue.

San Mateo nos recibió con un albergue barato para pasar la noche, un restaurante abierto hasta tarde para comer algo decente y una bodega al pie de la carretera para cubrirnos de la lluvia y calentarnos con un mate después de varias horas de caminata.

Mañana San Mateo nos espera nuevamente, seguramente con los mismos camarotes y el mismo plato para llevarnos a un nuevo destino (la laguna Nevería, a los mismos 4500 msnm de Rapagna) como parte de la preparación para la ruta de Semana Santa, o más bien, preparación para todos las rutas y destinos que nos esperan, que con suerte serán muchos y muy diversos.

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Monday, March 05, 2007

Rapagna, por la ruta "fácil"

Mi esposo y yo nos apuntamos al cuarto trekking del plan de preparación para semana santa en Huancaya-Vilcas por la ruta del Pariacacca. Este calendario de salidas fue armado por los trekkeros UPC/TSS, considerando un trekking cada dos semanas empezando a fines de enero y aumentando la dificultad cada vez, para poder llegar aptos a la meta en abril. Por varios motivos yo no pude ir a las 3 primeras salidas (siendo los más importantes que César no me avisó y todo el asunto del matri), así que el fin de semana que pasó fue nuestra primera salida después de tiempo.

La reunión había sido pactada en la clásica panadería Marcela del Ovalo Santa Anita para el sábado a las 18:00. Nosotros, sabiendo que por el tráfico normalmente nos toma 1 hora llegar desde la casa de mis padres, decidimos ser aún más precavidos y salimos con 1 hora y 20 minutos de anticipación. No había tráfico y llegamos en 30 minutos, lo cual nos dejó con 50 minutos para "hacer hora". Lo hicimos de la única forma que conocemos: comiendo. En realidad nos empachamos porque la gente empezó a llegar a las 18:15 aproximadamente, así que pronunciamos una de nuestras mentiras clásicas "en la noche no comemos nada" mientras esperábamos que lleguen todos. En total éramos 13 personas: Moisés con su primo, Julio con sus amigos de la UPC, Alvaro y yo.

Como las combis a Chosica pasaban llenas decidimos ir en colectivo. Una vez allá conseguimos una coaster vacía que nos llevó a San Mateo. Nos hospedamos en un albergue, en un cuarto grande con varios camarotes en el que había un viejito durmiendo, a quien, dicho sea de paso, despertamos con la bulla. El albergue era remisio y tenía el olor que puede esperarse de una tarifa de 5 soles por cabeza. Dejamos nuestra camas tendidas y la mayoría partió a buscar algo caliente para comer. Encontramos un restaurante a unas cuantas cuadras del albergue y tuvimos una comida decente por un precio de provincia. Lo mejor, por supuesto, fue tomar un mate de coca calientito a esas alturas de la noche, con el frío típico de esos pueblitos.


Regresamos al albergue a dormir lo mejor que pudimos con la incomodidad de los colchones, el frío y los ocasionales ronquidos. A las 5:30 del domingo sonó la alarma de Julio y nos alistamos para el trekking. No tomamos desayuno porque a esa altura (3500 msnm) era probable que terminara fuera de nuestros estómagos. Tomamos 3 colectivos con rumbo al punto de inicio de la ruta, al pie de la carretera. La subida empezó como todas, uno siente que el cuerpo se va adaptando a la altura y que las piernas empiezan a calentarse para el esfuerzo que vendrá.


De arranque Julio nos llevó por un atajo improvisado lleno de plantas que me hizo recordar a Choquequirao. Transgredimos una cerca con alambre de púas y empezamos por el camino marcado. Empezaron los estragos de la altura que se acrecentaban con cada paso en el camino a los 4550 msnm. El clima estaba cambiante, por ratos sol, por ratos aire helado. La altura y la falta de práctica me mataron. Llegamos al punto en que la ruta se bifurca y nos detuvimos a tomar la decisión de ir por la ruta fácil o por la difícil (Uña de Gato). Algunos querían seguir la difícil pero finalmente Julio propuso seguir todos por la fácil y, una vez en la laguna, optar por bordear los cerros y andar parte de la ruta difícil.
Había leído que la ruta corta era bastante fácil pero la verdad es que para mí y algunos más llegar a pocos metros de la meta fue un verdadero suplicio. Alvaro y yo no avanzamos esos metros porque nos dijeron que la neblina no dejaba ver más allá de la orilla de la laguna y además el frío allá arriba estaba insoportable. Tras 6 horas de caminata demasiado inconstante dimos media vuelta y empezamos el descenso.


En ese momento las cosas cambiaron. Como siempre, a mí me afecta el ascenso y a Alvaro el descenso. Los estragos de la altura abandonaron automáticamente mi organismo y se fueron al de Alvaro. En la bajada sólo quedábamos Julio con su enamorada y nosotros dos. Bajamos a ritmo casi constante, con paradas ocasionales para que Alvaro y Gianina descansen. Nos detuvimos en el camino para comer algo y reanudamos el paso cuando empezó a garuar. La garúa se convirtió luego en granizo y después en lluvia. Realmente valió la pena haber llevado impermeable. Bajamos lo más rápido que pudimos y casi en la carretera nos encontramos con César, a quien no habíamos visto anteriormente porque siguió la ruta de Uña de Gato.

Una vez abajo, a las 16:00, encontramos a los demás tomando mate de coca y comiendo pancitos en una tienda. Nos sentamos también para calentarnos mientras esperábamos a los colectivos que habían prometido volver por nosotros a las 16:30. Llegó uno de ellos casi a las 17:00 y subimos los que pudimos (antes había llegado otro colectivo en el que se fueron 4 trekkeros). Partimos rumbo a San Mateo, luego Alvaro y yo tomamos una coaster a Chosica, otra a Santa Anita y finalmente un taxi a nuestra casa porque ya no aguantábamos estar con la ropa mojada y el soroche encima.

Queda pendiente un próximo trekking a Rapagna por la ruta difícil, previa preparación física para no volver a hacer roche.

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