Tuesday, May 29, 2007

Review: El Bolivariano

Por más raro que parezca, nunca había ido al Boliviariano. Tampoco al Queirolo de Pueblo Libre (sólo al de Lima, que no es tan concurrido y obviamente tiene otro público). El sábado pasado nos encontramos ahí con mi amigo Javier del trabajo y su esposa, para hacer hora antes de ir a la discoteca en la que celebramos el cumpleaños de nuestra amiga Zonia.
El asunto es el siguiente: el Bolivariano no es para nada el lugar que yo eligiría para reunirme con amigos a tomar unas chelas. Hay música criolla y bailable a un volumen que dificulta la conversación. Pero también hay comida. Como salimos apurados de la casa no tuvimos tiempo de empujarnos los spaghetti integrales con bolognesa de soya texturizada que habían quedado del almuerzo. Por sugerencia de los Acosta pedimos un sandwich de jamón. El jamón estaba buenísimo, como todo jamón bien hecho en casa, y se desbordaba del pan. Como toda butifarra tenía salsa de cebolla y por primera vez en mi vida no la saqué para darme con la grata sorpresa de que el sandwich en su conjunto estaba rebueno. Y por sólo 7 soles. A pesar de que el medio sandwich que comió cada uno sirvió para apaciguar el hambre, todavía había espacio para más. Pedimos las bolitas de yuca rellenas de queso con salsa huancaína, tan buenas como las de Huaringas y a menor precio. De ahí siguieron las yuquitas fritas, también con salsa huancaína, también muy buenas. Luego nos enteramos de que había picarones pero lamentablemente era demasiado tarde porque estábamos llenos y nos conformamos con ver las porciones pasar en los azafates de los mozos y pensar en volver otro día a comer más.
Así fue mi primera visita al Boliviariano, extrañamente no para tomar (sólo consumí una malta personal), sino para comer.

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Wednesday, May 23, 2007

Nuevo tattoo!!

El sexto tattoo de los muchos que quiero tener en mi cuerpo tomó forma entre las 11 pm de ayer y la 1:30 am de hoy, por cortesía del Meditation Master Drukpa: Mauricio del Risco, en parte como regalo de matrimonio de nuestro querido testigo. Finalmente decidí tatuarme algo relacionado a una banda, ya que a estas alturas sé que mis influencias musicales están bien asentadas y no voy a arrepentirme. Escogí el ojo de Tool, el que sale en la primera página de la carátula transparente del Lateralus, con un haz de luz que sube rodeado de una espiral de fuego (el mismo ojo que aparece en el parche que me regaló Mauricio ayer y en el tattoo que se hizo hace poco el otro Mauricio en la muñeca izquierda). Escogí el lugar: mi brazo derecho que por motivos del Orinoco se había escapado de las agujas todo este tiempo. Lo único que faltaba era la fecha que fue moviéndose de semana en semana hasta que llegó el día.

El artista fue Zhimpa de Quality Tattoos. Tras una coordinación telefónica llegamos Alvaro, Mauricio y yo al estudio a las 10 y pico de la noche. Zhimpa ya estaba algo cansado. Esperamos un rato y aproximadamente a las 11 comenzó el outline con tinta roja. Me acordé del red reaction que me dio un buen susto con el tribal de mi pierna izquierda pero todo está bien ahora que sé lo que puede suceder en los próximos días.

El tattoo está en mi brazo y hombro derechos. No dolió mucho, más o menos como el de la espalda, aunque en el hombro, acercándose al cuello, duele un poco más. Nos dimos cuenta durante el proceso que había un color que no habíamos visto antes en el diseño original (tiene rojo, azul, turquesa, verde y amarillo), así que asunto tomó un poco más del tiempo previsto. Tuvimos que hacer dos breaks, uno para que Zhimpa coma y otro para que descanse, pero finalmente terminó en una sesión y con los resultados que esperaba.


En algún momento puse como meta tener siete tatuajes pero ahora sé que probablemente no me detenga nunca.

Monday, May 21, 2007

Review: Maga - Mis suspiros

Cerca de mi casa, en Benavides, hay una dulcería medio caleta. Su letrero es de color papel kraft y hay que prestarle atención para verlo cuando se pasa por ahí en el micro y darse cuenta de que dice: "Maga - Mis suspiros" con un dibujo de un suspiro al lado. Siendo una de mis debilidades los dulces (y en especial el suspiro) y una de mis determinaciones para este año conocer la mayor cantidad posible de sitios para comer, le propuse a mi esposo el sábado pasado comer el postre ahí. Habíamos almorzado en la 73 y la verdad no nos pareció la gran cosa. Afortunadamente quedamos satisfechos así que no pedimos postres, pero un rato después nos provocó y recalamos en Maga.
El sitio es chico, como la mayoría de dulcerías "de barrio". Vimos la vitrina y a la pregunta "qué te provoca?" Alvaro respondió "todo". Por limitaciones de presupuesto y exigencias de mi cargo de conciencia no probamos todo pero sí hicimos un buen muestreo de lo que había en ese momento. Por 14 soles comimos crocante de manzana, suspiro clásico y cheesecake de sauco. Todo buenísimo. Alvaro se quedó con ganas de pie de limón así que se comió uno en Wong minutos después. Sí, somos unos cerdos. Volviendo a Maga, tienen una buena variedad de postres, suspiros de varios sabores, tres leches de varios sabores, muffins, arroz con leche, cheesecakes, etc. Todos con look y sabor casero y muy buena atención. Definitivamente estaremos volviendo para el próximo atracón de postres.

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Monday, May 07, 2007

Setentas en el centro

El sábado fue la famosa fiesta con tema setentero en el centro, pro-fondos para el centro mundial de retiros que se está construyendo en Alemania. A alguien se le ocurrió la idea de juntar música, ambiente y ropa setentera para la fiesta, cosa que a mí no me hizo mucha gracia, pero finalmente pienso que habría sido mucho peor una fiesta reggaetonera. El sábado me di cuenta de lo miserable que habría sido yo en los setentas, con flores y colorcitos por doquier y sin la posibilidad de conseguir fácilmente discos de Zeppelin, Sabbath o similares.

En fin, podría decirse que la fiesta fue un éxito porque se ganó algo de plata para donar a Europa, aunque, a pesar de tener la casa llena, fue menos gente de la que se proyectó. Se vendió menos trago y comida de lo que pensamos pero la gente la pasó bien, muchos recordando la época y otros alucinándola. Me pregunto si hubiéramos convocado más personas con una fiesta ochentera.

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Wednesday, May 02, 2007

Markahuasi (toma 2)

Hace 12 años tuve la oportunidad de conocer Markahuasi por primera vez. En Cultura Peruana (el nombre ficho del curso Historia del Perú) había la opción de hacer un trabajo de campo en San Pedro de Casta con trepada opcional a Markahuasi o leer un libro y hacer un resumen. Yo, que por entonces no había descubierto mi espíritu aventurero, leí el libro.

En el 2003 hice mi primer trekking y coincidentemente fue la ruta de San Pedro a Markahuasi (ver post). Este año se presentó la oportunidad de ir de nuevo, esta vez con mi esposo quien no conocía el lugar, así que tomé un día prestado de mis futuras vacaciones y me dispuse a revisitar el lugar. El de la idea fue Rodrigo Morey de la sangha budista, quien ya tenía fama de hacer rutas difíciles y largas. Convocamos a la gente pero nadie más se apuntó (muchos porque sí trabajaron el lunes 30). Eramos Rodrigo, Vanessa, Alvaro y yo, quienes provistos de nuestras mochilas trekkeras partimos el domingo a las 7 am en el carro de Vanessa rumbo a Chosica. Dejamos el carro en el Remanso y tomamos la coaster a San Pedro de Casta. La coaster se llenó con gente que iba a trekkear como nosotros, otros que pensaban bajarse en el camino y otros que subieron sus bicicletas a la parrilla para hacer la ruta sobre ruedas. En el camino hicimos la clásica parada en Huinco para estirar las piernas, comer algo y/o ir al baño.

Cuando pasamos por el puente Autisha vimos a Freddy Zea, el artífice del puenting, junto a un grupo bien grande de saltadores. Ahí se bajaron un pata y varias chicas que iban a dar el alcance a sus amigos. Una hora y media después llegamos a nuestro destino: el pueblo de San Pedro de Casta, al que encontré igual a como lo recordaba. La encargada de turismo nos empadronó y cobró la tarifa respectiva. Después de un rato de descanso y aclimatamiento empezamos la subida. Alvaro y yo íbamos atrás debido a mi lentitud a pesar del esfuerzo por tratar de ir al paso de Rodrigo. Acá cabe hacer un paréntesis para clasificar a Rodrigo en el mismo grupo de César Lozano y Julio Suazo, esos que caminan a paso de arriero y a quienes les encanta inventar caminos, a quienes la naturaleza ha favorecido con un organismo capaz de captar oxígeno a cualquier altitud y una resistencia al cansancio que no te da ni la coca.

Cuando llegamos al cartelito que indica las rutas nuestro guía sufrió su primera patinada y nos llevó por un camino que no iba a ningún sitio. A los pocos minutos encontramos a una pareja de lugareños que nos avisaron de eso y volvimos al cartelito para ir por la ruta correcta. Después llegamos a la verdadera bifurcación en la que hay ahora un mirador con una banca de cemento. Ahí nos sentamos a almorzar algo rápido y descansar un poco.


Treinta minutos después retomamos el camino. En un punto la pendiente aumentó y el peso de las mochilas ya empezaba a hacerse insoportable. Menos mal este tramo no duró mucho y pronto nos encontramos en la cima de una ruta que no nos llevaba a ningún lado. Rodrigo tanteó un poco para encontrar un camino aparente que nos llevó finalmente a la fortaleza. Empezaba a oscurecer y por partes los cerros y nubes se veían de un color rojo intenso. Alucinante.

En la fortaleza habían sólo dos carpas ya que, como era de imaginarse, el resto de la gente estaba acampando en el anfiteatro. Cruzamos un cerco de piedras y llegamos a "la casa" de dos habitaciones con patio, todo de piedra. Las "habitaciones", especie de cuevas, se veían cálidas pero claustrofóbicas. Vanessa prefirió armar su carpa afuera de la casa y nosotros en el patio, bajo techo. Se hizo de noche mientras nos acomodábamos así que cuando terminamos de hacerlo y nos abrigamos un poco más, cocinamos nuestra cena. Luego de comer, mientras lavaba los platos Alvaro me avisó que había un ratón en nuestra carpa. Lógicamente, como toda cueva, la casa no estaba exenta de bichos de todo tipo. Y de todos los bichos tenía que ser un ratón el usurpador. Le pedí a Alvaro que moviera la carpa afuera, al lado de la otra y lejos de los ratones.

Alvaro y yo nos acostamos temprano, Rodrigo y Vanessa fueron a caminar un rato aprovechando que la luna estaba llena y alumbraba a pesar de estar tapada de nubes. Dormir fue difícil, en parte por el frío (en mi caso), en parte por el dolor de cabeza producido por la altura. Alvaro fue el más afectado por el dolor de cabeza, a lo que se sumó el dolor en la rodilla derecha por el esfuerzo. En la mañana nos despertó la alarma del celular y nos encontramos nuevamente con el sol que nos había acompañado durante la subida. Tomamos desayuno y desarmamos el campamento para cargar con todo nuevamente. El plan era atravesar la meseta para llegar al monumento a la humanidad y descender por el camino corto.


Ya con las mochilas en la espalda empezamos a caminar por las subidas y bajadas de la meseta. Pasamos por varias lagunas y visitamos la famosa cueva en la que vivió un pata que conoce Rodrigo durante dos años. Al costado de la cueva hay otra que en realidad es una especie de túnel. En la salida está "el balcón", una piedra plana horizontal en donde uno se puede sentar a apreciar la cordillera al otro lado del abismo y el sunset si se está en la hora y época del año apropiadas. Estuvimos un rato ahí y retomamos el camino de regreso. Otra vez estuvimos probando suerte con los caminos y logramos llegar a pocos metros del monumento a la humanidad. Ahí paramos de nuevo a descansar y comer algo.


De ahí todo fue el camino de bajada que Rodrigo y Vanessa hicieron un poco más rápido para guardar sitio en la coaster de regreso. Llegamos a San Pedro diez minutos después que ellos y los encontramos esperando la movilidad, que aún no llegaba, junto con otras personas que también querían regresar. Comimos algo rápido y llegó una combi con gente que se bajó ahí. Había espacio, así que decidimos asegurar el regreso y pagar los 5 soles extra por persona en lugar de esperar a la coaster. La combi estaba bastante destartalada pero llegamos a nuestro destino sanos y salvos. En el camino vimos a la coaster de las 2 pm, estaba malograda y los pasajeros no sabían qué hacer. Más adelante hicimos la clásica parada en Huinco y de ahí fuimos de frente hasta Chosica. Tomamos un taxi al Remanso y recogimos el carro que nos llevó una vez más a nuestra rutina citadina.

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