Wednesday, May 19, 2010

Viaje a Lima (29 Abril 2010)

El día de mi regreso me levanté a las 3 de la mañana. Había pensado en no dormir pero preferí descansar aunque sea tres horitas. Luego de ducharme me preparé un jugo de lúcuma con leche. Mi mamá preparó chocolate de taza y cortó unas tajadas de panetón integral. El chocolate estaba super dulce, tomé sólo media taza y la completé con leche light.

Vi en internet que mi vuelo estaba retrasado. En la página del aeropuerto no había hora estimada, en checkmytrip.com decía que saldría a las 10:50 en lugar de las 7:40. Igual decidí ir temprano por si las moscas. Fuimos nuevamente en la camioneta de nuestro vecino, me acompañaron mi mamá y dos de mis tías. En el counter me confirmaron el retraso de 3:10 horas y me dieron un voucher para tomar desayuno. Estuve un rato con mi familia pero decidí entrar temprano porque supuse que tendrían cosas más importantes que hacer.

Maté el rato viendo tiendas, escogiendo (y comprando) piscos, leyendo, cabeceando. A eso de las 8:20 tomé el desayuno de cortesía en Manacaru, fue un super desayuno en comparación al que me dieron una vez en Buenos Aires también por un retraso en un vuelo de Lan. Aquella vez me dieron un par de medialunas (croissants) y café, esta vez fue: jugo de naranja, huevos revueltos con dos tajadas de jamón, dos tajadas de tomate y lechuga, un croissant, una tostada de pan blanco, una tostada de pan integral, mantequilla, mermelada de fresa y café americano (me dieron a escoger el sabor del jugo, la bebida caliente y si quería huevos revueltos o fritos).

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El embarque para el vuelo Lima - Santiago fue casi a las 10 am. Una vez dentro del avión nos anunciaron que tendríamos que esperar 35 minutos más, no escuché por qué. Despegamos cerca de las 11:30, lo cual quiere decir que cerca de las 12:30 tomé mi tercer desayuno del día: omelette con una tajada de jamón, fruta (piña y naranja), pan, mantequilla, keke de zanahoria (comí la mitad) y agua. Además de la mantequilla había mermelada de durazno que no comí.

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Luego de las tres horas y media de viaje y varias horas de espera en el aeropuerto de Lima llegué a Santiago. El salón VIP Pacífico por fin estaba abierto, el precio seguía siendo barato (US$28) pero las duchas no estaban funcionando. Lo pensé durante unos segundos y decidí quedarme. Le saqué el jugo a lo que pagué, usé las computadoras durante varias horas, leí sentada en un sillón cómodo, usé el baño, tomé varias botellas de agua (sólo había con gas), dos latas de Heineken, varias tazas de té verde, un capuccino, un café cortado, jugo de piña (le agregué un sobre de Vital Greens), comí maní, maní con pasas y pecanas, aceitunas verdes, pan al ajo con orégano, un croissant dulce, galletas dulces, piña fresca y una manzana. En mi estadía anterior en ese mismo salón aprendí a no tocar el sushi. En resumen, fueron 8 horas bastante productivas.

El vuelo Santiago-Auckland salió puntual. Ahí nos sirvieron cena: ensalada de lechuga, tomate y aceitunas con aderezo de limón, canneloni con espinaca, salsa napoletana y salsa bechamel, pan, mantequilla, un vaso de cabernet sauvignon y agua. De postre había otra vez torta de mermelada, no la comí.

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A medio camino comí un sandwich de jamón y queso, luego una galleta de almendras. El desayuno previo al aterrizaje fue: omelette con papa en cuadritos, pedazos de jamón y acelga, yogurt de fresa, pan, mantequilla y mermelada de durazno (que no comí), kekito (que tampoco comí), té y agua.

La escala en Auckland demoró casi una hora, aproveché para comprar shortbreads de kiwi que me había encargado Alvaro. En el vuelo Auckland-Sydney tomé otro desayuno: fruta (manzana, piña, melón), yogurt de frutos del bosque, sandwich de jamón, queso, tomate y espinaca, pan, mantequilla, mermelada de fresa, té y agua.

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Aunque el vuelo llegó a tiempo, había una cola enorme para pasar aduanas. Declaré que traía comida pero me hicieron un par de preguntas y no me pidieron abrir las maletas. Gladys y Alvaro me estaban esperando, tomamos un taxi a la casa, una vez ahí me di un duchazo (después de 38 horas sin uno realmente lo necesitaba) y les entregué sus encargos, regalos y dulces. Esa tarde fuimos a almorzar a Corelli's, un café en King St que siempre para lleno. Se demoraron un montón en traernos la comida y a Alvaro le tocaron bichos en su ensalada. Creo que no vamos a volver.

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Tuesday, May 18, 2010

Viaje a Lima (28 Abril 2010)

Llegó el miércoles. Mi viaje había llegado casi a su fin, una contradictoria sensación de haber pasado poco tiempo en Lima pero haber vivido muchas cosas se apoderó de mí. Abrí la refrigeradora para sacar la última granadilla que quedaba y vi un plato con tres huevos de codorniz sancochados y un mensaje de mi mamá que decía "por si te apetece". Claro que me apetecía comer huevos de codorniz, acá no los venden en los supermercados. Completé mi desayuno con un plátano de seda y fui a usar el gimnasio por última vez. Cuando regresé comí mi último plátano de la isla y almendras.

Ese día almorcé con mi amiga Carla del colegio. Irónicamente ella fue la que "reservó cita" conmigo antes que los demás y tuvimos varios cambios de planes de última hora, primero porque la mandaron a Asia el día que habíamos quedado originalmente. Después quedamos en un restaurante que estaba en remodelación. Felizmente existen los celulares y, aunque yo no tenía uno durante el viaje, pude llamar a Carla y escoger una alternativa. Ella iba a estar en República de Panamá con Benavides, así que nos encontramos ahí y sugerí ir a La Preferida. Pedimos un tiradito con 2 salsas (de ají amarillo y a la parmesana) y conchitas a la parmesana.

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Yo tomé una Cusqueña y Carla una Inca Kola y, por supuesto, comimos harta canchita serrana.

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La comida estuvo buenísima, como siempre, sobre todo por la compañía. Al final me dio pena no haber podido visitar a más gente, pero el tiempo no lo permitió en esta oportunidad. Después del almuerzo fui a una cabina y después a la casa de Julio. Habíamos quedado en encontrarnos para ir al malecón a ver si estaban los patas del parapente. Felizmente sí estaban, el instructor me contó que habían estado dos semanas sin volar por falta de viento. El vuelo cuesta 150 soles (creo que ha subido de precio, como todo en Lima) y dura sólo 10 minutos. Uno no tiene que hacer nada, simplemente relajarse y disfrutar la sensación de estar flotando sobre el mar y el malecón, viendo los edificios al costado y los otros parapentistas haciendo piruetas.

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Cuando llegó el momento de descender la corriente nos empujaba hacia arriba, así que el instructor tuvo que dar la vuelta y volver a intentar tres veces, de modo que el paseo salió con yapa.

Luego fuimos a Larcomar a tomar algo. Julio sugirió Mango's pero yo preferí ver qué otras opciones habían y nos quedamos en Disfruta. Tomé un jugo que se llama Tuna Manía (tuna, mango, granadilla), buenazo. De regreso fuimos a Pardo a esperar mi micro. Demoró un poco y cuando pasó estaba repleto, así que opté por el plan B y tomé una coaster a Benavides. Me bajé en el óvalo Higuereta y comí un alfajor de Wilton's, muy rico y ¡sin coco rallado! (en mi búsqueda de alfajores durante el viaje no había encontrado ninguno de maicena que no tuviera coco).

De regreso en la casa, tras terminar de empacar, le encargué a mi mamá que compre picarones por la parroquia cercana. Fuimos a la casa de mis tías para conversar y comer. Mi última cena en Lima fue yuquitas con huancaína y ocopa de la noche anterior, 1/4 de butifarra y los ricos picarones de barrio.

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Monday, May 17, 2010

Viaje a Lima (27 Abril 2010)

El lunes había ido al mercado que queda por la casa de mis papás. Iba a reunirme en la noche con Gloria, Ale y Aníbal y me iba a encargar de la comida. Mientras buscaba los ingredientes vi ciruelas criollas, a las que extrañaba casi tanto como a las granadillas. Compré una buena cantidad que se convirtió en mi desayuno, junto con algunas almendras y un plátano de seda.

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Ese día fui a almorzar con mis papás a La Red. Antes de venir a Sydney había intentado comer ahí varias veces pero siempre había gente esperando mesa. Esta vez también había cola pero, caballero nomás, esperamos. Saludé a mi amigo budista César, quien trabaja ahí como mozo. Después de una larga espera (no fueron 10 minutos como nos había dicho la anfitriona, sino más bien como 30) llegó nuestro turno. Por supuesto ya habíamos escogido qué pedir (y cambiado de opinión un par de veces) mientras esperábamos, mi mamá y yo compartimos una causa de pulpa de cangrejo, un tacu tacu de locro con camarones y media jarra de chicha, mi papá pidió un saltado de pescado.

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La comida estuvo espectacular. Me encantó la sazón, las porciones eran gigantes (con excepción de la causa, que era de tamaño normal) y los precios no tan caros, aunque todos los platos con camarones estaban 39 soles, alrededor de 10 soles más caros que los demás. A mí no me entraba postre pero probé una cucharadita del suspiro de mi mamá, que estaba rico pero no tanto como el de El Rincón Que No Conoces.

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Después de almuerzo fui al mercado indio de Petit Thouars por enésima vez durante el viaje para terminar de comprar joyas de plata para mí y mi hermana. Después fui al Jockey Plaza a ver si encontraba zapatillas Asics pero no encontré. Antes de regresar a la casa fui a Santa Catalina, quería comprar sánguches criollos para la noche y mi papá me había recomendado una sanguchería en esa zona. Al costadito había una señora con sus ollotas de arroz con leche y mazamorra morada y no pude resistir la tentación de comerme un combinado de 1 sol. Luego compré dos butifarras y un sánguche de pavo, pedí que pusieran el relleno por separado para evitar que el pan se moje.

En la noche fui al departamento de Gloria, que queda a una cuadra de la casa de mis papás. Gloria estaba enferma pero aún así trató de pasar un buen rato y fue muy buena anfitriona. Me ayudó a preparar algunas cosas: cocinó papitas cocktail y habas en el microondas, peló las habas, desgranó los choclos y me ayudó lavando los platos y utensilios. Preparé un solterito reloaded (lechuga, habas, choclo, aceitunas negras, queso Paria, palta, limón), ocopa, huancaína, papitas cocktail sancochadas, yuquitas sancochadas y fritas en mantequilla y choclo sancochado. También armé los sánguches y los corté en porciones. Lamentablemente no había preguntado si el jamón era hecho en casa (lo que estaba buscando) y me di con la desagradable sorpresa de que era jamón procesado.

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Pasamos unas buenas horas conversando y tomando el vino que tenían Gloria y Aníbal, un Malbec Luigi Bosca buenísimo. No me fui muy tarde para que Gloria pudiera descansar. Antes de irme, repartimos las sobras para el día siguiente.

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Thursday, May 13, 2010

Viaje a Lima (26 Abril 2010)

El lunes después del retiro comí una granadilla y un plátano de seda y fui al gimnasio, tratando de quemar parte de las calorías que estaba ingiriendo todos los días. Después de entrenar tomé un jugo de plátano congelado con leche y canela.

Luego fui al Pardo's Chicken de Dos de Mayo a encontrarme con mi amigo Víctor, con quien trabajé en TSS. Llegué antes que él y me senté antes de que se llenaran las mesas. El pobre Víctor llegó abrigado, con fiebre y afónico. Estaba super resfriado pero no faltó a nuestra cita, ¡esos son los amigos que valen! Ambos pedimos el combo de 1/4 de pollo Pardo's parrillero con ensalada Pardo's (vainitas, zanahoria, beterraga, palta) con un vaso de chicha. Mientras esperábamos nuestra comida vi entrar a mi amigo budista Manuel, con quien había estado durante todo el retiro.

La verdad, cada vez que voy al Pardo's me decepciono un poco más. La calidad y cantidad de las porciones ha ido disminuyendo a través del tiempo. Sigue siendo rico pero antes era alucinante. Encontré las porciones de pollo y ensalada reducidas en comparación a cómo las servían años atrás. Las salsas (ají y mayonesas) siguen siendo igual de ricas.

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Pedí un suspiro de postre, tal vez mi postre criollo favorito. Según recordaba, el del Pardo's era bastante rico y así se veía, sin embargo lo sentí bastante mediocre, con cosas medio duras en el manjarblanco (no sé si era yema a medio cocinar, se sentía más como gelatina cuajada mal distribuida) y un merengue sin gracia, es decir sin oporto y canela.

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Después de despedirme de Víctor fui a Vivanda y luego a Wong para comprar la comida que traje a Sydney: lúcuma en polvo, ají amarillo y panca en polvo, puré de papa instantáneo, esencia de vainilla, algarrobina, una tableta de chocolate para taza, chocolates rellenos de pisco y pasas y chocolates rellenos de lúcuma. El límite de peso me obligó a priorizar entre las tantas cosas que quería comprar.

De regreso en la casa empaqué todo lo que acababa de comprar. En la noche fui una vez más a Miraflores, esta vez a la famosa Av. La Mar. Había quedado en cenar esa noche con Marlene y Jaime en Hanzo. Mi amiga Claudia de la UPC también me confirmó que iría. Marlene me había dicho para ir a ese local pero en realidad Jaime prefería el local de La Encalada, así que había reservado ahí. Lo malo es que Claudia no llegaba y no tenía su número de celular para avisarle, así que la esperamos y como se hizo tarde nos quedamos ahí.

Marlene y yo pedimos Kenzo cooler para tomar, Jaime y Claudia pidieron Hanzo cooler. Los tragos estaban ricos, suaves y dulces, como para un día de playa. De cortesía nos sirvieron unos piqueitos: vainitas, pollo y un par de cosas más que no recuerdo. Para empezar pedimos 4 tipos de makis, pero lamentablemente no apunté los nombres ni descripciones. Pensé revisar la carta online para este post pero lamentablemente aún el restaurante aún no tiene página web. Uno de ellos era Feru Maki, estaba cubierto con salmón y tartar de pulpo. Otro estaba bañado en salsa huancaína (el de La Pescadería estuvo mucho más rico), otro estaba cubierto con queso y gratinado. Estuvieron ricos, en especial el Feru Maki.

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Luego nos invitaron unos makis de lomo en salsa de ostión muy ricos que no están en la carta.

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Yo pensé que ahí nomás podría quedar la cosa pero Marlene y Jaime pidieron más comida: sahofan (fideos de arroz) con mariscos, yakimeshi (arroz frito con pollo y verduras) y buta (cerdo) en 4 cocciones.

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Jaime y yo tomamos cerveza y luego completamos la empachada con un postre de tapioca con frambuesa y helado de yogurt de sauco para compartir, que estuvo buenazo.

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Marlene y Jaime me dejaron en casa de mis papás y quedaron en regresar el miércoles para entregarme dulces para Gladys, Marcelo y Sergio.

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Viaje a Lima (22 - 25 Abril 2010)

Jueves 22



¡Llegó el día del retiro! Me levanté tempranito y desayuné quinua con un poco de leche, almendras, plátano y una granadilla. Luego tomé un taxi al centro budista y esperé con los demás a que llegaran los buses que nos llevaron a Curayacu, el club de la Policía en San Bartolo.

Una vez allá nos registramos y fuimos a nuestros cuartos. Dada la gran cantidad de participantes en el retiro, algunos de nosotros tuvimos que ceder nuestras camas y dormir sobre colchonetas en bolsas de dormir. Luego de ubicar nuestras cosas en nuestros cuartos tuvimos tiempo libre hasta el almuerzo para huevear. Yo estuve dando vueltas por ahí, tomando algunas fotos. A media mañana fui a la cafetería (la que habíamos instalado nosotros) y comí un paquete de morochas y un mate de coca.

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El contrato con el local prácticamente no nos dio opción a llevar nuestro propio concesionario o preparar nosotros las comidas, así que tuvimos que contratar los servicios del concesionario del club. El precio por día por persona no era nada barato, así que asumimos que las comidas serían buenas (ricas, saludables y generosas) como en ocasiones anteriores, pero no fue así. En el almuerzo sirvieron lomo saltado y refresco de maracuyá. El lomo estaba más o menos, como de menú de 4 o 5 soles, la porción no era muy grande. A mí me tocaron pedazos duros y pedazos no tan duros de "lomo". El refresco estaba aguado. La versión vegetariana era con carne de soya (lo mismo sucedió con el resto de las comidas).

Después de almuerzo y antes de la primera sesión del retiro me tomé un té verde en la cafetería. Después de esta sesión sirvieron la cena: asado con puré y arroz y otra vez refresco de maracuyá. Otra vez, sabor mediocre y porción insuficiente. Después de la cena tomé un mate de coca y un café con leche. Luego hubo otra sesión y nos fuimos a dormir.

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Viernes 23


El viernes me levanté temprano para ducharme antes de las otras 7 personas con las que compartía el cuarto. Después fui a caminar un poco, ver la playa y esperar a que sirvieran el desayuno. Nos sirvieron jugo de melón aguado, un pan integral, un pan de yema, una tajada de jamón, una tajada de queso, mantequilla y mermelada para cada uno. El desayuno quedó chico, así que fui a la cafetería y compré una bolsa grande de frutas deshidratadas Del Brujo (marca que pertenece a Brujas de Cachiche) y un té verde.

Después de la primera sesión de meditación almorzamos ají de gallina y un líquido casi transparente medio espeso que alguien en la mesa identificó como agua de piña. Nunca sabremos en realidad qué era pero de hecho fue una de las bebidas más desagradables que nos dieron en los cuatro días. Me tomé un café cortado en la cafetería y fui a ayudar a Valerie con el dharma shop (donde se venden libros, meditaciones, polos y toda clase de parafernalia budista). Ella me invitó un plátano manzano.

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Después de la segunda sesión llegó la hora de la cena. A estas alturas ya bastante gente se había quejado de la falta de frutas y verduras así que nos dieron pastel de acelga (estaba super salado, tenía demasiado pan remojado en la base y la porción era minúscula) con una ensalada misia de lechuga, cebolla blanca, tomate y pepinillo. Una vez más fui a la cafetería para terminar de llenarme con un paquete de Club Social, un café cortado y un paquete de Pícaras.

En la noche, después de la tercera sesión, tomé unas cervezas en la cafetería con algunos amigos, picamos Tor-Tees y un poco de arroz chaufa que Alfonso había comprado y tomé 2 tragos de un licor checo que él me invitó.

Sábado 24



El desayuno del sábado fue casi lo mismo, con pan francés en lugar de pan de yema y jugo de piña en lugar de melón. Desayuné rápido y fui a ayudar en cafetería. Durante el turno tomé un café, un té verde, un té embotellado light y un plátano (por sugerencia de la gente, la cafería compró fruta fresca para vender).

El almuerzo fue seco de pollo con frejoles y arroz y chicha. Felizmente me tocó muslo en lugar de pierna (mis preferencias en presas de pollo van en este orden: pechuga, muslo, ala, pierna), pero la salsa del seco estaba super aguada, al igual que la chicha, que además se sentía fermentada. Tomé un café en cafetería e Ingrid me invitó una ciruela criolla.

A sabiendas de las deficiencias en la calidad y cantidad de las comidas y los refrescos, ese día el equipo organizador decidió repartir botellas de agua en el almuerzo y medio tamal criollo por persona en la cena. Ésta consitió en un pedazo de pastel de carne y puré de camote (combinación bastante extraña para mi gusto), más chicha aguada.

En la noche comí un paquete chico de fruta deshidratada. Después de la última sesión hubo una competencia de vencidas (con apuestas pro-fondos para el centro) y tuvimos una fiesta en la cafetería. Tomé varias cervezas y me acosté como a las 4 de la mañana.

Domingo 25



Antes del desayuno comí una granadilla y una manzana que había comprado el día anterior en la cafetería. El desayuno fue similar, con pan serrano y pan francés y jugo surtido.

El almuerzo fue una de las comidas que menos me gustan: estofado de pollo con arroz y papa, y para colmo de males me tocó pierna. En la mesa había una vegetariana que se la pasó comiendo arroz y papa sin salsa. Así de ricos estaban los platos vegetarianos. El refresco fue emoliente, que estaba decentón.

Esa tarde terminó el retiro y fuimos al centro donde se llevó a cabo un matrimonio budista de 5 parejas y hubo un cocktail de despedida para el lama. Alfonso contrató gente de Huaringas para encargarse de los tragos y bocaditos. Había brochetas de uva, mango, papaya y sandía, mondadientes con uva y queso, apio y zanahoria con huancaína, apio y zanahoria con palta y mayonesa, sanguchitos de espinaca con queso crema, enrolladitos de queso crema con jamón y tomate, deditos de pollo con salsa teriyaki, piernitas de pollo, tequeños con guacamole, tequeños con huancaína, yuquitas fritas con ají y tartaletitas de ají de gallina. Tomé cerveza y un maracuyá sour. Todo estuvo riquísimo, me tomé fotos con todos mis amigos y me despedí de ellos hasta la próxima visita.

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Viaje a Lima (21 Abril 2010)

El miércoles comí una granadilla y un plátano de seda antes de entrenar. De regreso me preparé un jugo de lúcuma con leche y un jugo de plátano congelado con leche y canela. Si no han probado antes preparar jugo con plátano congelado, se los recomiendo, sale espeso y con una textura super cremosa. Con una buena licuadora (tipo Vitamix) o un procesador de alimentos se puede hacer un helado super sano con plátano congelado y un poquitito de leche o crema de leche.

Después partí con rumbo a la UPC para almorzar con mi hermana Gloria, que trabaja ahí. Hace años que no iba para allá, me habían dicho que debido a las obras (típicas en época de elecciones municipales) el tráfico estaba insoportable, pero felizmente a esa hora no hubo problemas. Como era temprano aún me bajé en La Encalada y fui a Vivanda a ver qué dulces podría comprar para traer de vuelta. Luego caminé a Punto Azul, viendo en el camino la gran cantidad de negocios que han prosperado en la zona, gracias al crecimiento exponencial de la población estudiantil de mi ex alma mater.

Gloria no había llegado, me senté en una de las pocas mesas que aún quedaban libres y la esperé un par de minutos. Decidimos pedir un plato frío y uno caliente para compartir: un tiradito tricolor (natural, salsa de ají amarillo y salsa de rocoto) y un tacu tacu especial (con mariscos y filete de pescado apanado). Para tomar pedí una Cusqueña negra y Gloria una Inca Kola. Tuvimos que pedir refill de canchita porque la primera porción estuvo un poco pobre (y nosotras teníamos mucha hambre).

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La comida llegó rápido, el tiradito estaba muy rico, el tacu tacu estaba bien aunque noté algunos trozos de mariscos que yo calificaría como sobras. El pescado apanado estaba buenazo, grandote y no se sentía grasoso para nada.

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Después del almuerzo fuimos a la UPC y Gloria me hizo un tour por el campus para mostrarme lo mucho que ha crecido y cambiado. Me mostró también que a pesar de tener varias opciones para comer dentro (Ricota, Starbucks, el café que vende lo que preparan los alumnos, una especie de kiosko con sandwichs, etc) y fuera de la universidad, los alumons arrasan con el contenido máquinas de golosinas, que tienen que ser repuestas varias veces al día. Me crucé con mi amigo budista Andrés Cordero (después me contó que está enseñando ahí) y conocí a algunos de los compañeros de trabajo de mi hermana. Luego tomamos el bus al estudio 214, que forma parte de la escuela de música. Dimos una vuelta rápida (no entramos a ninguna sala porque no sabíamos si había gente dentro) y regresamos al campus principal. Luego me despedí de Gloria para que pudiera seguir trabajando, aún en contra de su voluntad.

De regreso en la casa alisté mis cosas para el retiro. Luego cené con mi mamá pan árabe que había comprado en Vivanda relleno con y azúcar. Sí, no es un error de tipeo, en mi familia se come el pan con palta y azúcar desde que tengo uso de razón, tanto así que me enteré de que el común de los mortales come el pan con palta y sal recién en mi adolescencia.

Mis papás y yo nos alistamos y fuimos al colegio Humboldt para la conferencia de Lama Ole. Ahí saludé a los que no había visto el jueves anterior en el centro, escogimos un sitio cerca del escenario y mientras esperábamos la hora de inicio dejé a mis papás sentaditos y fui a conversar con la gente. También me compré uno de los tres modelos de polos en venta, que este año estuvieron buenísimos. La conferencia fue larguísima, como todos los años. Mi mamá se quedó dormida varias veces, yo la desperté cada vez que me di cuenta. Mis papás decidieron irse durante la sesión de preguntas y respuestas, así que no meditaron ni recibieron la bendición del lama. Yo sí me quedé hasta casi el final, después caminé al Ovalo Higuereta esperando encontrar un micro pero dado que era casi medianoche preferí tomar un taxi. De regreso en la casa comí un mini king kong con manjarblanco de lúcuma que me había regalado mi tía Emi.

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Wednesday, May 12, 2010

Viaje a Lima (20 Abril 2010)

El martes en el desayuno comí quinua con un chorrito de leche, canela, plátano de seda y almendras, más una granadilla. No recuerdo si fui al gimnasio o no, creo que sí. Había quedado en encontrarme con Marlene (también del colegio) en la pollería Hikari, según Huariques.com el lugar con el mejor lomo saltado de Lima. Cuando llegué, al igual que bastantes otros comensales hambrientos, me di con la desagradable sorpresa de que el restaurante estaba cerrado. Cuando llegó Marlene decidimos optar por el plan B: Don Bosco.

Fuimos en taxi y, para variar, había gente esperando por mesa. Mientras hacíamos cola conversamos acerca de la vida en Sydney (Marlene vivió acá durante 2 años con su enamorado Jaime antes de que yo llegue y tenía varios amigos en común con mi hermana Gladys) y de sus proyectos laborales. Luego nos sentaron en una mesita al costado de la puerta, yo ya sabía qué pedir: lomo saltado. Marlene pidió recomendaciones al mozo y escogió el tallarín saltado. Pedimos ambos platos con lomo fino y chicha para tomar. Los platos eran descomunalmente grandes, bastante ricos aunque sin mucha carne. Las papas de mi lomo estaban medio arrugadas, signo de que no habían sido fritas en el momento.

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Comimos rápido porque había gente esperando y fuimos caminando a San Antonio de Magdalena, para bajar la comida y hacer espacio para el postre. Pedí un café con leche y una tarta de lúcuma con chocolate, Marlene pidió un café americano y un mousse de maracuyá; después tomó un café más. Antes de despedirnos quedamos en cenar un día en Hanzo, donde trabaja Jaime.

Creo que pasé el resto de la tarde revisando y empacando cosas.

Para la cena me acordé de que seguramente había sobrado comida del domingo en la casa de mis tías; tenía razón. Cené un tamalito verde, una ensalada de lechuga, pepino, pimiento y palta con limón, una humita dulce, chicha y té verde. Mi tía Rosi me regaló una palta fuerte grandota (mucho más cremosas que las que venden acá) para mi desayuno del día siguiente.

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Tuesday, May 11, 2010

Viaje a Lima (19 Abril 2010)

¡Lunes otra vez! Los días se me iban volando, señal de que la estaba pasando muy bien. Antes de entrenar comí un plátano de seda y una granadilla, luego fui al gimnasio y de regreso me preparé un jugo de lúcuma con leche. Había comprado lúcumas el día anterior después de ver con horror que el tamaño más chico de jugo en Frutix costaba S/. 10.90. En cambio, tres lúcumas y un litro de leche light me costaron menos de 5 soles y me alcanzó para dos super jugos (para lunes y miércoles).

De más está decir que no hay lúcuma en Australia. Siempre que puedo (en mis viajes o de amigos míos) he traido lúcuma en polvo. No es lo mismo pero se acerca. Las marcas que me gustan son Frutitaz y Lukuma, la Orbea tiene un sabor super sintético, como los helados D'Onofrio de lúcuma.

Ese día me encontré con Christian, pata mío de la UPC desde primer ciclo, para el almuerzo más caro del viaje, pero también uno de los más ricos. Habíamos quedado en encontrarnos en Osaka, pero nos cruzamos en el camino. Como llegamos temprano, tuvimos que esperar unos minutos a que abrieran el restaurante. Todo en la carta se veía bien, escogimos varios platos para compartir: sashimi Osaka (salmón, bonito y pulpo) con zanahoria en hilos, causitas con pulpa de cangrejo y palta, nigiri sushi Osaka (langostino, lenguado y atún) y tiradito 2 olivos (sashimi de pulpo con salsa de aceituna negra y salsa de aceituna verde) con tostaditas de pasta wantán y ensaladita.

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Aparte del shoyu, gari y la salsa de anguila, nos dieron una ensaladita de nabo encurtido y algas de cortesía. Me tomé un par de cervezas y Christian agua. Los tres platos estuvieron buenísimos, definitivamente en Lima se come mejor sashimi y sushi que en Sydney porque el sabor de los insumos es muy superior.

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Había espacio para algo más, entre otro plato y postre elegimos el primero: Lomo balsamic teriyaki con fan si frito y puré de papa, también buenísimo. Ahí sí acabamos llenos pero no empachados, gracias a que en realidad lo que comimos fue bastante sano (con excepción de las chelas).

Durante el almuerzo me enteré de que Angel, un amigo también de la UPC con el que trabajé en TSS, estaba trabajando con Christian. De regreso del restaurante paramos en el edificio donde queda su oficina y llamó a Angel y a Rómulo, un pata de San Martín de Porres de cuando tocaba en GRimA, que también trabaja ahí. Estuvimos conversando un rato, fue buenísimo poder ver a más amigos "sin querer queriendo".

Luego del almuerzo aproveché para ir a Miraflores a comprar algunas cosas para traer para mí y mi hermana. En la noche regresé a Miraflores para cenar con mi gran amiga Jessica, a quien conozco desde que estábamos en segundo grado de Primaria. Después de salir del colegio nos veíamos mucho menos seguido, pero mínimo dos veces al año, el 5 de setiembre y el 5 de octubre, en nuestros cumpleaños. Ahora que estoy fuera obviamente la frecuencia es menor, pero se siente como si no hubiera pasado el tiempo. Fuimos a Panchita y menos mal que llegamos temprano porque, a pesar de ser lunes, se llenó. Para tomar pedí un trago con pisco que se llama Qué buenos mangos, Jessica pidió un jugo de granadilla.

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Luego llegaron los panes y focaccias de cortesía, que junto con el ají y la mantequilla de hierbas son una comida por sí solos. En Panchita es imposible (al menos para mí) dejar de lado el pan para guardar estómago, es demasiado rico. Y está incluido en el cubierto (13 soles por persona).

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De fondo pedí un plato con nombre kilométrico, característica común en las cartas de Gastón: "el pato de la abuela norteña guisado con naranja agria y ají sobre pepián de choclo". Jessica pidió anticucho de corazón, que vino con la clásica guarnición de papa dorada y choclo desgranado. Ambos platos estuvieron espectaculares y las porciones generosas, como diría el creador del restaurante.

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Cuando terminamos de comer y el mozo se acercó para preguntar si queríamos postre, la respuesta era obvia. Pero era temprano y todavía queríamos seguir conversando, así que decidimos ir por un café. Fuimos primero a Starbucks, donde me encontré con Yadiff de TSS, pero para variar no había sitio. Fuimos a Café Z, yo me tomé un capuccino y Jessica un café americano. Nos metimos una buena loreada (como para que aguante hasta el próximo viaje), hasta una hora prudente tomando en cuenta de que mi amiga es ahora una madre de familia que trabaja.

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