Tuesday, May 11, 2010

Viaje a Lima (19 Abril 2010)

¡Lunes otra vez! Los días se me iban volando, señal de que la estaba pasando muy bien. Antes de entrenar comí un plátano de seda y una granadilla, luego fui al gimnasio y de regreso me preparé un jugo de lúcuma con leche. Había comprado lúcumas el día anterior después de ver con horror que el tamaño más chico de jugo en Frutix costaba S/. 10.90. En cambio, tres lúcumas y un litro de leche light me costaron menos de 5 soles y me alcanzó para dos super jugos (para lunes y miércoles).

De más está decir que no hay lúcuma en Australia. Siempre que puedo (en mis viajes o de amigos míos) he traido lúcuma en polvo. No es lo mismo pero se acerca. Las marcas que me gustan son Frutitaz y Lukuma, la Orbea tiene un sabor super sintético, como los helados D'Onofrio de lúcuma.

Ese día me encontré con Christian, pata mío de la UPC desde primer ciclo, para el almuerzo más caro del viaje, pero también uno de los más ricos. Habíamos quedado en encontrarnos en Osaka, pero nos cruzamos en el camino. Como llegamos temprano, tuvimos que esperar unos minutos a que abrieran el restaurante. Todo en la carta se veía bien, escogimos varios platos para compartir: sashimi Osaka (salmón, bonito y pulpo) con zanahoria en hilos, causitas con pulpa de cangrejo y palta, nigiri sushi Osaka (langostino, lenguado y atún) y tiradito 2 olivos (sashimi de pulpo con salsa de aceituna negra y salsa de aceituna verde) con tostaditas de pasta wantán y ensaladita.

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Aparte del shoyu, gari y la salsa de anguila, nos dieron una ensaladita de nabo encurtido y algas de cortesía. Me tomé un par de cervezas y Christian agua. Los tres platos estuvieron buenísimos, definitivamente en Lima se come mejor sashimi y sushi que en Sydney porque el sabor de los insumos es muy superior.

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Había espacio para algo más, entre otro plato y postre elegimos el primero: Lomo balsamic teriyaki con fan si frito y puré de papa, también buenísimo. Ahí sí acabamos llenos pero no empachados, gracias a que en realidad lo que comimos fue bastante sano (con excepción de las chelas).

Durante el almuerzo me enteré de que Angel, un amigo también de la UPC con el que trabajé en TSS, estaba trabajando con Christian. De regreso del restaurante paramos en el edificio donde queda su oficina y llamó a Angel y a Rómulo, un pata de San Martín de Porres de cuando tocaba en GRimA, que también trabaja ahí. Estuvimos conversando un rato, fue buenísimo poder ver a más amigos "sin querer queriendo".

Luego del almuerzo aproveché para ir a Miraflores a comprar algunas cosas para traer para mí y mi hermana. En la noche regresé a Miraflores para cenar con mi gran amiga Jessica, a quien conozco desde que estábamos en segundo grado de Primaria. Después de salir del colegio nos veíamos mucho menos seguido, pero mínimo dos veces al año, el 5 de setiembre y el 5 de octubre, en nuestros cumpleaños. Ahora que estoy fuera obviamente la frecuencia es menor, pero se siente como si no hubiera pasado el tiempo. Fuimos a Panchita y menos mal que llegamos temprano porque, a pesar de ser lunes, se llenó. Para tomar pedí un trago con pisco que se llama Qué buenos mangos, Jessica pidió un jugo de granadilla.

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Luego llegaron los panes y focaccias de cortesía, que junto con el ají y la mantequilla de hierbas son una comida por sí solos. En Panchita es imposible (al menos para mí) dejar de lado el pan para guardar estómago, es demasiado rico. Y está incluido en el cubierto (13 soles por persona).

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De fondo pedí un plato con nombre kilométrico, característica común en las cartas de Gastón: "el pato de la abuela norteña guisado con naranja agria y ají sobre pepián de choclo". Jessica pidió anticucho de corazón, que vino con la clásica guarnición de papa dorada y choclo desgranado. Ambos platos estuvieron espectaculares y las porciones generosas, como diría el creador del restaurante.

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Cuando terminamos de comer y el mozo se acercó para preguntar si queríamos postre, la respuesta era obvia. Pero era temprano y todavía queríamos seguir conversando, así que decidimos ir por un café. Fuimos primero a Starbucks, donde me encontré con Yadiff de TSS, pero para variar no había sitio. Fuimos a Café Z, yo me tomé un capuccino y Jessica un café americano. Nos metimos una buena loreada (como para que aguante hasta el próximo viaje), hasta una hora prudente tomando en cuenta de que mi amiga es ahora una madre de familia que trabaja.

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