Wednesday, May 05, 2010

Viaje a Lima (15 Abril 2010)

El jueves me levanté, me alisté, comí un plátano de seda y fui al gimnasio. Noté que muchas de las máquinas de cardio, que ya eran antiguas cuando empecé a ir en el 2004, seguían ahí. Noté también la falta de espacio para entrenar, en comparación al gimnasio al que voy en Sydney. Saludé a algunos instructores que siguen trabajando ahí. De vuelta en la casa me di un duchazo y comí quinua con almendras, un plátano de la isla, un plátano manzano y granadilla. ¡Cómo extrañaba la granadilla!

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Mis papás se estaban alistando para ir juntos a casa de mis suegros. Tomamos una coaster rumbo a Pueblo Libre. Mis suegros nos recibieron con la amabilidad de siempre. Mientras mi mamá y mi suegra conversaban en la cocina vigilando las ollas con el almuerzo, mi papá y mi suegro conversaban en la sala y yo sacaba del closet las cajas con cosas que me faltaron traer a Sydney. Tras una amena conversación (con chiflecitos para picar) y la foto familiar de rigor, las señoras sirvieron el almuerzo: ensalada con champiñones y pollo, ensalada con huevo y jamón, papa amarilla, huevo duro, arroz, ají de gallina, asado, pollo al horno, tamales. También había aliño embotellado para las ensaladas y ají de pollo a la brasa (¡buenazo!).

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Comí casi de todo (menos el arroz y el pollo al horno) pero en cantidades mesuradas. Léase: no me metí un atracón. Esa debió ser la pauta durante todo el viaje pero hubo ocasiones en las que no me pude contener. Luego llegó Aldo (mi cuñado) de trabajar, se cambió, nos tomamos una foto con él y comimos el postre: torta mousse de lúcuma con genoise de chocolate.

Ya que teníamos que llevar las cajas a la casa de mis papás, mis suegros se ofrecieron a llevarnos. Luego de despedirnos me di cuenta una vez más de que se me había hecho muy tarde para ir a Saga. Me alisté nuevamente y partí rumbo al centro budista, no sin antes pasar por una cabina para revisar mis correos.

El centro quedó mostro después de las remodelaciones. La nueva cafetería hace que se vea más como centro que como casa. Me encantó ver a la gente, todos igualitos, con excepción de la bebe que me sorprendió por lo grande y conversadora que está. Había un montón de gente nueva, como siempre que se avecina una visita de Lama Ole. Luego de la meditación me quedé un rato conversando con Regina y Javier, comí un pretzel con mantequilla y un par de Tim Tams dark que había llevado para compartir.

A eso de las 10 de la noche Regina me jaló a Wong de Benavides, ahí tomé un taxi hacia La Noche de Barranco. Julio me había puesto en lista para un concierto en el que tocó con su banda Brujas 1692 (tributo a Maiden), en la que también tocan mis amigos Carlos y Guillermo, y canta la enamorada de Guillermo, Kelly. Primero tocó Railroad (tributo a Grand Funk), con muy buenos músicos. Luego tocó Brujas, con algunos defectillos en los tiempos pero transmitiendo la energía que sólo se siente cuando los músicos se están divirtiendo. Mientras disfrutaba el show (y escuchaba los comentarios de los gorditos poseros que estaban en la mesa de adelante) tomé una Cusqueña negra y una Pilsen. El mismo día era el concierto de Korn y de Moby, en otras circunstancias habría pensado en ver a Korn (10 años atrás, por ejemplo) pero preferí ver a los patas con los que alguna vez compartí escenario.

No me quedé a ver a Strangers (tributo a Deep Purple) porque Carlos se ofreció a llevarme a la casa de mis papás. Tenía un poco de hambre porque no había cenado "de verdad" así que me empujé un buen trozo de turrón de Doña Pepa que le habían regalado a mi mamá y me acosté.

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