Wednesday, May 19, 2010

Viaje a Lima (29 Abril 2010)

El día de mi regreso me levanté a las 3 de la mañana. Había pensado en no dormir pero preferí descansar aunque sea tres horitas. Luego de ducharme me preparé un jugo de lúcuma con leche. Mi mamá preparó chocolate de taza y cortó unas tajadas de panetón integral. El chocolate estaba super dulce, tomé sólo media taza y la completé con leche light.

Vi en internet que mi vuelo estaba retrasado. En la página del aeropuerto no había hora estimada, en checkmytrip.com decía que saldría a las 10:50 en lugar de las 7:40. Igual decidí ir temprano por si las moscas. Fuimos nuevamente en la camioneta de nuestro vecino, me acompañaron mi mamá y dos de mis tías. En el counter me confirmaron el retraso de 3:10 horas y me dieron un voucher para tomar desayuno. Estuve un rato con mi familia pero decidí entrar temprano porque supuse que tendrían cosas más importantes que hacer.

Maté el rato viendo tiendas, escogiendo (y comprando) piscos, leyendo, cabeceando. A eso de las 8:20 tomé el desayuno de cortesía en Manacaru, fue un super desayuno en comparación al que me dieron una vez en Buenos Aires también por un retraso en un vuelo de Lan. Aquella vez me dieron un par de medialunas (croissants) y café, esta vez fue: jugo de naranja, huevos revueltos con dos tajadas de jamón, dos tajadas de tomate y lechuga, un croissant, una tostada de pan blanco, una tostada de pan integral, mantequilla, mermelada de fresa y café americano (me dieron a escoger el sabor del jugo, la bebida caliente y si quería huevos revueltos o fritos).

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El embarque para el vuelo Lima - Santiago fue casi a las 10 am. Una vez dentro del avión nos anunciaron que tendríamos que esperar 35 minutos más, no escuché por qué. Despegamos cerca de las 11:30, lo cual quiere decir que cerca de las 12:30 tomé mi tercer desayuno del día: omelette con una tajada de jamón, fruta (piña y naranja), pan, mantequilla, keke de zanahoria (comí la mitad) y agua. Además de la mantequilla había mermelada de durazno que no comí.

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Luego de las tres horas y media de viaje y varias horas de espera en el aeropuerto de Lima llegué a Santiago. El salón VIP Pacífico por fin estaba abierto, el precio seguía siendo barato (US$28) pero las duchas no estaban funcionando. Lo pensé durante unos segundos y decidí quedarme. Le saqué el jugo a lo que pagué, usé las computadoras durante varias horas, leí sentada en un sillón cómodo, usé el baño, tomé varias botellas de agua (sólo había con gas), dos latas de Heineken, varias tazas de té verde, un capuccino, un café cortado, jugo de piña (le agregué un sobre de Vital Greens), comí maní, maní con pasas y pecanas, aceitunas verdes, pan al ajo con orégano, un croissant dulce, galletas dulces, piña fresca y una manzana. En mi estadía anterior en ese mismo salón aprendí a no tocar el sushi. En resumen, fueron 8 horas bastante productivas.

El vuelo Santiago-Auckland salió puntual. Ahí nos sirvieron cena: ensalada de lechuga, tomate y aceitunas con aderezo de limón, canneloni con espinaca, salsa napoletana y salsa bechamel, pan, mantequilla, un vaso de cabernet sauvignon y agua. De postre había otra vez torta de mermelada, no la comí.

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A medio camino comí un sandwich de jamón y queso, luego una galleta de almendras. El desayuno previo al aterrizaje fue: omelette con papa en cuadritos, pedazos de jamón y acelga, yogurt de fresa, pan, mantequilla y mermelada de durazno (que no comí), kekito (que tampoco comí), té y agua.

La escala en Auckland demoró casi una hora, aproveché para comprar shortbreads de kiwi que me había encargado Alvaro. En el vuelo Auckland-Sydney tomé otro desayuno: fruta (manzana, piña, melón), yogurt de frutos del bosque, sandwich de jamón, queso, tomate y espinaca, pan, mantequilla, mermelada de fresa, té y agua.

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Aunque el vuelo llegó a tiempo, había una cola enorme para pasar aduanas. Declaré que traía comida pero me hicieron un par de preguntas y no me pidieron abrir las maletas. Gladys y Alvaro me estaban esperando, tomamos un taxi a la casa, una vez ahí me di un duchazo (después de 38 horas sin uno realmente lo necesitaba) y les entregué sus encargos, regalos y dulces. Esa tarde fuimos a almorzar a Corelli's, un café en King St que siempre para lleno. Se demoraron un montón en traernos la comida y a Alvaro le tocaron bichos en su ensalada. Creo que no vamos a volver.

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