Tuesday, May 18, 2010

Viaje a Lima (28 Abril 2010)

Llegó el miércoles. Mi viaje había llegado casi a su fin, una contradictoria sensación de haber pasado poco tiempo en Lima pero haber vivido muchas cosas se apoderó de mí. Abrí la refrigeradora para sacar la última granadilla que quedaba y vi un plato con tres huevos de codorniz sancochados y un mensaje de mi mamá que decía "por si te apetece". Claro que me apetecía comer huevos de codorniz, acá no los venden en los supermercados. Completé mi desayuno con un plátano de seda y fui a usar el gimnasio por última vez. Cuando regresé comí mi último plátano de la isla y almendras.

Ese día almorcé con mi amiga Carla del colegio. Irónicamente ella fue la que "reservó cita" conmigo antes que los demás y tuvimos varios cambios de planes de última hora, primero porque la mandaron a Asia el día que habíamos quedado originalmente. Después quedamos en un restaurante que estaba en remodelación. Felizmente existen los celulares y, aunque yo no tenía uno durante el viaje, pude llamar a Carla y escoger una alternativa. Ella iba a estar en República de Panamá con Benavides, así que nos encontramos ahí y sugerí ir a La Preferida. Pedimos un tiradito con 2 salsas (de ají amarillo y a la parmesana) y conchitas a la parmesana.

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Yo tomé una Cusqueña y Carla una Inca Kola y, por supuesto, comimos harta canchita serrana.

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La comida estuvo buenísima, como siempre, sobre todo por la compañía. Al final me dio pena no haber podido visitar a más gente, pero el tiempo no lo permitió en esta oportunidad. Después del almuerzo fui a una cabina y después a la casa de Julio. Habíamos quedado en encontrarnos para ir al malecón a ver si estaban los patas del parapente. Felizmente sí estaban, el instructor me contó que habían estado dos semanas sin volar por falta de viento. El vuelo cuesta 150 soles (creo que ha subido de precio, como todo en Lima) y dura sólo 10 minutos. Uno no tiene que hacer nada, simplemente relajarse y disfrutar la sensación de estar flotando sobre el mar y el malecón, viendo los edificios al costado y los otros parapentistas haciendo piruetas.

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Cuando llegó el momento de descender la corriente nos empujaba hacia arriba, así que el instructor tuvo que dar la vuelta y volver a intentar tres veces, de modo que el paseo salió con yapa.

Luego fuimos a Larcomar a tomar algo. Julio sugirió Mango's pero yo preferí ver qué otras opciones habían y nos quedamos en Disfruta. Tomé un jugo que se llama Tuna Manía (tuna, mango, granadilla), buenazo. De regreso fuimos a Pardo a esperar mi micro. Demoró un poco y cuando pasó estaba repleto, así que opté por el plan B y tomé una coaster a Benavides. Me bajé en el óvalo Higuereta y comí un alfajor de Wilton's, muy rico y ¡sin coco rallado! (en mi búsqueda de alfajores durante el viaje no había encontrado ninguno de maicena que no tuviera coco).

De regreso en la casa, tras terminar de empacar, le encargué a mi mamá que compre picarones por la parroquia cercana. Fuimos a la casa de mis tías para conversar y comer. Mi última cena en Lima fue yuquitas con huancaína y ocopa de la noche anterior, 1/4 de butifarra y los ricos picarones de barrio.

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