Viaje a Sydney (Qantas, no te vayas)
Finalmente llegó el día de partir. Los últimos 26 días se fueron volando a pesar de que ya no estuve chambeando. No terminamos de hacer lo que habíamos planeado (comer en ciertos sitios, despedirnos de ciertas personas, embalar las cosas que no pudimos llevar en el avión, etc.). Perdimos la cuenta de las despedidas que tuvimos y los kilos que ganamos y cuando menos lo pensábamos ya estábamos en el aeropuerto con nuestras familias esperando el momento de embarcar.
Los dos tramos del vuelo fueron puntuales y sin contratiempos.
Vuelo Lima - Buenos Aires
El avión, como todos los que vuelan distancias cortas, no era tan cómodo pero sí más o menos nuevo, por lo cual tenía las pantallas individuales en buen estado. El snack que nos sirvieron constó de:
- piña y melón
- sandwich caliente de jamón, queso y tomate
- bebidas
Llegamos a Buenos Aires a las 7 y pico de la mañana (hora local). Las salas de embarque estaban desiertas, caminamos un poco para ver cuáles eran nuestras opciones en las 7 horas de escala que teníamos por delante. Encontramos una sala VIP en la puerta de embarque 2, costaba US$ 15 por cada 2 horas e incluía bebidas, desayuno, internet y sillones no tan cómodos como los de Santiago. Decidimos que no valía la pena, así que dormimos en las sillas de la puerta 2, que no tenían brazos entre ellas y estaban bien acolchadas.
A las 9 a.m. nos despertamos, la puerta de embarque ya estaba casi llena de gente. Fuimos a AirCoffee a tomar desayuno:
- sandwich de milanesa de peceto con tomate, lechuga y huevo duro picado
- tarta de manzana
- té con leche (Alvaro)
- agua (yo)
La comida estuvo más o menos, el precio elevado como toda comida de aeropuerto, pero no quedaba otra. Nos sentamos en otra puerta de embarque en la hilera de sillas con vista a la pista de aterrizaje. Ahí pasamos el resto del tiempo cabeceando, leyendo, mirando los aviones, paseando por el duty free, durmiendo. A las 12 m. nos despertamos por completo, comí unas almendras y fuimos a nuestra puerta de embarque.
Vuelo Buenos Aires - Sydney
Teníamos un poco de incertidumbre con respecto al segundo tramo del vuelo. Las noticias dicen que Qantas está por quebrar, que los vuelos se atrasan por las huelgas, que los aviones no reciben el mantenimiento adecuado y por eso se caen o se parten en pleno vuelo. Sin embargo nuestra experiencia fue distinta: todo puntual, el personal super amable, el avión nuevo y comodísimo.
Estábamos sentados en el medio y pasillo de una fila de tres. La chica de la ventana encontró sitio junto con sus amigas porque el vuelo no iba lleno, así que nos quedamos con los tres asientos.
Luego del despegue nos repartieron un pequeño neceser con medias para andar en el avión, mini cepillo y pasta de dientes y cobertor de ojos para dormir. También nos dieron un folleto con el plan de alimentación durante el vuelo, con línea de tiempo y todo.
Después de una breve cabeceada llegó el almuerzo:
- ensalada de tomate, pepino y lechuga, vinagreta francesa (sin sal)
- lomito con salsa aromatizada al tomillo y puré de papas, zanahoria y vainita (Alvaro)
- ravioles de zapallo con salsa de tomate y queso parmesano (yo)
- queso untable
- galletas saladas
- pan
- mantequilla
- agua
- café (yo)
- té (Alvaro)
- shiraz australiano (yo)
Después de un rato de ver películas, escuchar música, leer y cabecear me tomé otro vino y un poco de agua. También había snacks para los que pedían pero todavía no teníamos hambre.
Pasó otro rato y unos dieron helado de chocolate con cobertura de chocolate blanco.
Más tarde nos dieron una bolsita con:
- galletas saladas con sabor a queso parmesano
- cereal mix
- alfajor de chocolate
- botellita de agua
- 3 caramelos de menta
El siguiente golpe calórico fue líquido:
- chocolate caliente (yo)
- té de menta (yo)
Finalmente, como hora y media antes de aterrizar nos sirvieron la última comida:
- ensalada
- pollo en salsa de mantequilla con arroz y vegetales
- pan
- mantequilla
- crumble de manzana con crema
- agua
- vino blanco (yo)
- té (Alvaro)
Llegamos a Sydney a la hora prevista, mucho más descansados que las dos veces anteriores (ida y vuelta el año pasado). Había poca gente en migraciones y en el recojo de maletas. Alvaro estaba listo para declarar la comida, medicinas y malas que llevábamos pero nadie le hizo caso y pasamos sin que nos abrieran las maletas... ¡cuántas cosas podríamos haber traído de haberlo sabido!
Gladys nos estaba esperando con flores y un globo que dice "welcome home". Fue mostro volver a encontrarnos y empezar a sentirnos en casa. Tomamos un taxi al centro budista, pese a la poca caña del conductor llegamos bien. Andre nos ayudó a subir las maletas al cuarto de Gary, donde nos estaremos quedando hasta el 10 de junio. Luego de un necesario duchazo salimos con Gladys a tomar una sopita en Simply Noodles. Después nos despedimos, fuimos al centro, estuvimos un rato con la gente que había ido a la meditación y subimos a descansar, por fin, en una cama.
Los dos tramos del vuelo fueron puntuales y sin contratiempos.
Vuelo Lima - Buenos Aires
El avión, como todos los que vuelan distancias cortas, no era tan cómodo pero sí más o menos nuevo, por lo cual tenía las pantallas individuales en buen estado. El snack que nos sirvieron constó de:
- piña y melón
- sandwich caliente de jamón, queso y tomate
- bebidas
Llegamos a Buenos Aires a las 7 y pico de la mañana (hora local). Las salas de embarque estaban desiertas, caminamos un poco para ver cuáles eran nuestras opciones en las 7 horas de escala que teníamos por delante. Encontramos una sala VIP en la puerta de embarque 2, costaba US$ 15 por cada 2 horas e incluía bebidas, desayuno, internet y sillones no tan cómodos como los de Santiago. Decidimos que no valía la pena, así que dormimos en las sillas de la puerta 2, que no tenían brazos entre ellas y estaban bien acolchadas.
A las 9 a.m. nos despertamos, la puerta de embarque ya estaba casi llena de gente. Fuimos a AirCoffee a tomar desayuno:
- sandwich de milanesa de peceto con tomate, lechuga y huevo duro picado
- tarta de manzana
- té con leche (Alvaro)
- agua (yo)
La comida estuvo más o menos, el precio elevado como toda comida de aeropuerto, pero no quedaba otra. Nos sentamos en otra puerta de embarque en la hilera de sillas con vista a la pista de aterrizaje. Ahí pasamos el resto del tiempo cabeceando, leyendo, mirando los aviones, paseando por el duty free, durmiendo. A las 12 m. nos despertamos por completo, comí unas almendras y fuimos a nuestra puerta de embarque.
Vuelo Buenos Aires - Sydney
Teníamos un poco de incertidumbre con respecto al segundo tramo del vuelo. Las noticias dicen que Qantas está por quebrar, que los vuelos se atrasan por las huelgas, que los aviones no reciben el mantenimiento adecuado y por eso se caen o se parten en pleno vuelo. Sin embargo nuestra experiencia fue distinta: todo puntual, el personal super amable, el avión nuevo y comodísimo.
Estábamos sentados en el medio y pasillo de una fila de tres. La chica de la ventana encontró sitio junto con sus amigas porque el vuelo no iba lleno, así que nos quedamos con los tres asientos.
Luego del despegue nos repartieron un pequeño neceser con medias para andar en el avión, mini cepillo y pasta de dientes y cobertor de ojos para dormir. También nos dieron un folleto con el plan de alimentación durante el vuelo, con línea de tiempo y todo.
Después de una breve cabeceada llegó el almuerzo:
- ensalada de tomate, pepino y lechuga, vinagreta francesa (sin sal)
- lomito con salsa aromatizada al tomillo y puré de papas, zanahoria y vainita (Alvaro)
- ravioles de zapallo con salsa de tomate y queso parmesano (yo)
- queso untable
- galletas saladas
- pan
- mantequilla
- agua
- café (yo)
- té (Alvaro)
- shiraz australiano (yo)
Después de un rato de ver películas, escuchar música, leer y cabecear me tomé otro vino y un poco de agua. También había snacks para los que pedían pero todavía no teníamos hambre.
Pasó otro rato y unos dieron helado de chocolate con cobertura de chocolate blanco.
Más tarde nos dieron una bolsita con:
- galletas saladas con sabor a queso parmesano
- cereal mix
- alfajor de chocolate
- botellita de agua
- 3 caramelos de menta
El siguiente golpe calórico fue líquido:
- chocolate caliente (yo)
- té de menta (yo)
Finalmente, como hora y media antes de aterrizar nos sirvieron la última comida:
- ensalada
- pollo en salsa de mantequilla con arroz y vegetales
- pan
- mantequilla
- crumble de manzana con crema
- agua
- vino blanco (yo)
- té (Alvaro)
Llegamos a Sydney a la hora prevista, mucho más descansados que las dos veces anteriores (ida y vuelta el año pasado). Había poca gente en migraciones y en el recojo de maletas. Alvaro estaba listo para declarar la comida, medicinas y malas que llevábamos pero nadie le hizo caso y pasamos sin que nos abrieran las maletas... ¡cuántas cosas podríamos haber traído de haberlo sabido!
Gladys nos estaba esperando con flores y un globo que dice "welcome home". Fue mostro volver a encontrarnos y empezar a sentirnos en casa. Tomamos un taxi al centro budista, pese a la poca caña del conductor llegamos bien. Andre nos ayudó a subir las maletas al cuarto de Gary, donde nos estaremos quedando hasta el 10 de junio. Luego de un necesario duchazo salimos con Gladys a tomar una sopita en Simply Noodles. Después nos despedimos, fuimos al centro, estuvimos un rato con la gente que había ido a la meditación y subimos a descansar, por fin, en una cama.
Labels: Viajes
3 Comments:
Adios...
Your blog keeps getting better and better! Your older articles are not as good as newer ones you have a lot more creativity and originality now keep it up!
Thanks Anonymous, I'm glad you like it :)
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