Monday, June 23, 2008

Down under (Sydney días 11 y 12)

Llegó el día más triste del viaje: el regreso. Nos levantamos temprano y tomamos desayuno en el cuarto. El recepcionista nos había reservado un taxi pero no llegaba. Gladys llamó y le dijeron que no había unidades disponibles, así que salimos a la avenida a tomar uno. Felizmente no tardamos en encontrarlo, nos despedimos de mi hermana (hasta pronto, porque estará en Lima en setiembre!).

A pesar de los minutos de retraso llegamos a tiempo al aeropuerto. Quise comprar vinos pero no me dejaron por las regulaciones, así que sólo compré chocolates para los amigos. También quería comprar un six pack de cervezas australianas variadas pero Alvaro tuvo razón: para qué si en Lima hay Cusqueña.

En el vuelo Sydney - Auckland nos dieron desayuno: fruta, yogurt, pan con mantequilla y mermelada, jamones con queso, pavo ahumado, tomate, lechuga, pickles, salsa. El vuelo se hizo corto porque sabíamos lo que nos esperaba.
En el aeropuerto de Auckland compramos unos shortbreads de kiwi que habíamos visto en la escala de ida, estaban ricos.

Luego vino lo más matador del viaje. Primer tramo: Auckland - Santiago. El A340 no tenía pantallas individuales y no tenía nada para leer. La cena estuvo decentona: yo comí pescado crispy con vainitas y papas, Alvaro pidió la pasta bolognesa. Además nos dieron los tradicionales pan con mantequilla, ensalada, keke, y chocolate. Estaba triste por lo de los vinos así que me tomé una copa de un chileno regularón.

La incomodidad y aburrimiento hicieron el viaje bastante largo. Esta vez sí nos levantamos para comer algo hacia la mitad del vuelo, había sandwiches de jamón y queso, keke de albaricoques y de zanahoria.

Hacia el final del vuelo, con el cuello destrozado y muriendo de sueño, llegó el esperado desayuno: fruta, yogurt, pan con mantequilla y mermelada, crossaint con jamón y queso.

Llegamos al aeropuerto de Santiago, en donde debíamos permanecer por 7 horas y media. Teníamos 2 opciones: pasar el tiempo mirándonos las caras entre las salas de espera y los restaurantes como la mayoría de los mortales o pagar un salón VIP y tener internet, bebidas y bocaditos con tarifa plana. Luego de deliberar un buen rato decidimos pagar los $25 por persona.

Le sacamos el jugo al precio en bebidas (tomamos, café, agua, vodka, chelas, Bailey's, jugo). Los bocaditos estaban misios, había galletitas, maní, sushi horrible y kekitos. Igual, comimos todo lo que pudimos. Estuvimos varias horas online chequeando correo y revisando algunas cosas que nos habían quedado pendientes. También había ducha con toallas pero no teníamos ropa limpia, así que nos quedamos resinosos.

Las horas pasaron más o menos rápido. Nos moríamos de sueño, cansancio y ganas de no volver a Lima. En el último tramo a casa nos sirvieron una comida ligera cumplidora.

Bajamos del avión en hora punta, tanto así que Manuel llegó de Colombia 15 minutos antes y Eckart llegó de Buenos Aires 15 minutos después y no vimos a ninguno. Sólo vimos al vocalista del Tri en la cola.

Así acabó este viaje fugaz al otro lado del mundo en el que pudimos conocer un poquito de nuestro futuro hogar.

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