Día de los padres
No, no quise hacer un paralelo a lo que en México se conoce como el "día de las madres" (según lo aprendido del Chavo del Ocho). Este año, para cambiar un poco la tónica de las celebraciones típicas familiares, y para subsanar el hecho de que estaba con roche por no haber invitado a mis tías a conocer mi casa (el centro), decidí invitar a mi familia y la de Alvaro a celebrar juntos el día del padre con un almuercito. A Alvaro se le ocurrió invitar también a Javier por ser también padre y no tener planes para el almuerzo.
Para tratar de complacer a todos los paladares opté por hacer chifa. Parecía buena idea hasta que me di con la ingrata sorpresa de que sin la ayuda de mi mamá el trabajo se hace exponencialmente más pesado. Igual, yo como siempre, feliz estuve en la cocina toda la noche del sábado y la mañana del domingo. Y como siempre no todo salió como esperaba. El chaufa y los wantanes sí cubrieron mis expectativas, pero me cojearon los demás platos. La salsa del chijaukay estuvo buenaza, pero el pollo estaba muy grasoso. El pollo con piña estuvo bien pero faltó pollo. Al tallarín saltado le faltó salsa y también pollo. Hice un montón de nabo encurtido y me olvidé de servirlo, así que le regalé a mi mamá la mayor parte. La otra sigue en mi refri.
El postre tenía que ser oriental, así que opté por algo fácil que no tiene pierde: tapioca con lúcuma. Todos repitieron y se acabaron los casi 4 litros que Alvaro me ayudó a preparar.
Todos quedaron satisfechos y sobró comida para un par de días más. Ya en la nochecita hicimos un lonche para no romper la tradición Mora Gondo, con panes variados y quesos untables de tres sabores distintos.
Para tratar de complacer a todos los paladares opté por hacer chifa. Parecía buena idea hasta que me di con la ingrata sorpresa de que sin la ayuda de mi mamá el trabajo se hace exponencialmente más pesado. Igual, yo como siempre, feliz estuve en la cocina toda la noche del sábado y la mañana del domingo. Y como siempre no todo salió como esperaba. El chaufa y los wantanes sí cubrieron mis expectativas, pero me cojearon los demás platos. La salsa del chijaukay estuvo buenaza, pero el pollo estaba muy grasoso. El pollo con piña estuvo bien pero faltó pollo. Al tallarín saltado le faltó salsa y también pollo. Hice un montón de nabo encurtido y me olvidé de servirlo, así que le regalé a mi mamá la mayor parte. La otra sigue en mi refri.
El postre tenía que ser oriental, así que opté por algo fácil que no tiene pierde: tapioca con lúcuma. Todos repitieron y se acabaron los casi 4 litros que Alvaro me ayudó a preparar.
Todos quedaron satisfechos y sobró comida para un par de días más. Ya en la nochecita hicimos un lonche para no romper la tradición Mora Gondo, con panes variados y quesos untables de tres sabores distintos.
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