El tejido y las tijeras
Habiendo puesto al descubierto mi fanatismo por el Chapulín Colorado (Chespirito, en general), confieso que el otro día, pensando en mi recuperación de la fractura y mi consiguiente vuelta a todo lo que me gusta (taekwondo, trekking, teba, tennis), recordé el capítulo del tejido y las tijeras (y los timbres y el teléfono...).
Así pues, coincidió el final del año de curso, un año muy difícil porque me negué muchas horas de descanso, tal vez cuando más las necesitaba, pero un año en el que me di cuenta de que me estoy metiendo en algo que puedo manejar muy bien. Un año en el que comí demasiado y en el que mis gustos evolucionaron, en el que pasé más tiempo pensando en comida que en cualquier otra cosa. Y sin embargo, de no haber sido por la fractura, sólo habría subido 1 o 2 kilos. En cambio fueron 5, 5 malditos kilos que ya están en camino a la extinción.
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