Choquequirao - parte 3
Día 2 (3/24/2005) - "El team se separa"
En el segundo día, todavía a oscuras, Kike se encargó de preparar Gatorade mientras desayunábamos pan con paté o mermelada y leche.
Clímaco acomodó las mochilas en las mulas y partimos, separados en los 2 grupos del día anterior. El primer tramo era una bajada corta hasta Playa Rosalina.
Luego cruzamos el puente sobre el río Apurímac e iniciamos la subida. Kike estaba mal de la rodilla así que se empezó a retrasar. En un momento decidimos partir nuestro grupo en 2, adelante íbamos Sandra, Alvaro y yo, atrás Kike y Carlos con la otra radio. La pendiente era pronunciada, por lo que teníamos que hacer descansos frecuentes.
La primera parada larga fue en Santa Rosa, donde pudimos comprar gaseosa y agua. Kike y Carlos llegaron después y tomaron una siestita (como si tuvieran tiempo de sobra). Luego de unas horas más llegamos a Marampata, un lugar mostro donde había provisiones (Sandra y yo comimos choclo, Alvaro tomó gaseosas) y descansamos durante 2 horas y 10 minutos, mientras esperábamos que llegaran Carlos y Kike. Ellos se quedaron ahí a comer quinua con arroz y tomar otra siestita (otra!), mientras que nosotros partimos a Choquequirao.
El camino era un poco más suave, llegamos a las 5 y pico de la tarde. César había llegado antes de la 1, luego de ducharse subió a las ruinas con la señora Juana de Montañistas 4.0. Nosotros decidimos subir al día siguiente para que no nos gane la noche, Sandra y yo aprovechamos para ducharnos en los baños del campamento, a los cuales lo único que les faltaba era focos para ser perfectos (eso para quien le gusta bañarse con agua heladita de manantial). Lo de los focos en realidad le quitarían lo aventurero y rústico al asunto pero tuve la mala suerte de que se cayera mi frontal y se abriera la tapa, de modo que estuve un buen rato buscando las pilas a ciegas mientras la temperatura descendía y la noche se hacía más oscura.
Carlos y Kike llegaron al campamento a las 7 y pico de la noche. Después de descansar un poco llegó la hora de la cena. Habíamos planeado tomar la crema de habas que nos daría energía y calor (hacía bastante frío) pero la fuga de gas de la cocina hizo que el segundo balón saliera disparado y nos lleváramos un buen susto combinado con desilusión. Nos quedaba un balón, César y el cocinero de otro grupo lograron colocarlo en la cocina pero se fugó todo el gas. Mientras maldecíamos a la cocina y a su dueño (el sr. Martín García) comimos lo que se pudo (atún, pan, galletas) y nos acomodamos para dormir, Alvaro y yo en el "lobby" de la carpa (lugar cubierto por el techo de la misma, donde normalmente dejábamos las mochilas y zapatos) para evitar la claustrofobia y los demás compartiendo el espacio interior con las mochilas. Alvaro se sintió mal del estómago (primer indicio de soroche). Esa noche llovió.
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