Choquequirao - parte 2
Día 1 (3/23/2005) - "La partida... sí se puede"
Luego de más de 15 horas de viaje lleno de curvas (era todo un reto ir al baño con tanto movimiento y la única vez que fui terminé totalmente mareada), con buena comida (pregúntenle a Carlos que se comió 2 platos) pero sin bebidas, con una terramoza que derrochaba sutileza ("por favor si van a vomitar no tiren la bolsa en el piso") y un pequeño accidente (la carpa que iba en el compartimiento de equipaje le cayó a Kike encima durante una curva y tuvo que viajar en sus piernas) llegamos a Abancay.
Fuimos a almorzar un menú power de 2 soles cincuenta (sopa de fideos, estofado de pollo y mate) mientras replantéabamos el itinerario y el uso de mulas debido al retraso causado por las demoras en el viaje. Decidimos contratar 2 mulas y un arriero para cargar nuestras mochilas (nos dimos cuenta de que cargándolas no podríamos hacer el recorrido en el tiempo que teníamos). Kike preparó Gatorade para el camino. El arriero llamado Clímaco (personaje importantísimo durante el trekking) nos informó que no podríamos llegar a Santa Rosa en el primer día, sino sólo a Chiquisca. El segundo día tendríamos que recorrer el camino desde Chiquisca a Choquequirao, es decir bajar hasta Playa Rosalina, cruzar el río Apurímac, subir hasta Santa Rosa, luego a Marampata y finalmente llegar a las ruinas.
Emprendimos la caminata separados en 2 grupos: en el primero iban Clímaco con las 2 mulas y César, en el segundo íbamos Carlos, Kike, Sandra, Alvaro y yo. Cada grupo tenía una radio para mantenernos comunicados. Nos siguió durante unos minutos un personaje que no sabemos si era la reencarnación de Odría o un mix entre Alex y Marco que se hizo presente para vigilar nuestra partida. El primer tramo, de Cachora a Capuliyoc, lo hicimos en buen tiempo, gracias a que el camino era casi plano. Nos dimos cuenta de la importancia del Gatorade y nos lamentamos de no haber comprado más (sólo 3 frascos de polvo que rinde 8 litros cada uno).
El tramo de Capuliyoc a Chiquisca era una bajada pronunciada, las rodillas, tobillos y pies empezaron a sufrir (yo sufro de tendinitis en las rodillas, Alvaro no tenía zapatos de trekking) y nos agarró la noche, todo eso hizo que el segundo grupo se demorara bastante en llegar al campamento, menos mal Clímaco y César se habían encargado de armar la carpa. Hicimos parte del camino a oscuras y comprobamos que no hay nada como una buena linterna frontal, no una que sólo sirva de vincha como la de Kike. Encendimos la cocina y a pesar de una fuga de gas y del cansancio pude preparar crema de choclo y tallarines con tuco. Nadie se bañó la primera noche, pero algunos se refrescaron (más bien se dieron un verdadero baño de esponja) con Huggies. A la hora de acostarnos nos dimos cuenta de que la carpa era más chica de lo que pensábamos. A Alvaro y a mí nos agarró la claustrofobia y salimos de la carpa a las 4 de la mañana.
El día de la partida habíamos tomado las previsiones necesarias para llegar a tiempo al terminal del bus que nos llevaría a Abancay: Carlos y yo habíamos pedido permiso para salir a las 5 pm de la oficina, Kike y César habían ido a trabajar con ropa y mochilas de trekking para salir a las 6:30 pm en punto y llegar a la agencia antes de las 7 pm (ETD). Carlos, Sandra, Alvaro y yo llegamos tarde al terminal de la empresa Wari, pero gracias a la "hora peruana" el bus no había ni llegado. Kike y César recién estaban saliendo de la oficina así que decidieron interceptar al bus en la agencia de Circunvalación.
Luego de más de 15 horas de viaje lleno de curvas (era todo un reto ir al baño con tanto movimiento y la única vez que fui terminé totalmente mareada), con buena comida (pregúntenle a Carlos que se comió 2 platos) pero sin bebidas, con una terramoza que derrochaba sutileza ("por favor si van a vomitar no tiren la bolsa en el piso") y un pequeño accidente (la carpa que iba en el compartimiento de equipaje le cayó a Kike encima durante una curva y tuvo que viajar en sus piernas) llegamos a Abancay.
En el terminal nos encontramos con un grupo de Montañistas 4.0 que iba a Choquequirao y que tenía contratada una combi para llegar a Cachora, nos ofrecieron ir con ellos, pero nosotros decidimos conseguirnos un taxi. Entramos los 6 con nuestras mochilas y emprendimos el viaje de 2 horas (el doble de lo que habíamos calculado). Kike olvidó su casaca impermeable en el taxi y fue corriendo para tratar de alcanzar al conductor (quien en varias oportunidades le había dicho "papi" en un intento por seducirlo para que olvide su casaca) pero no lo logró.
Fuimos a almorzar un menú power de 2 soles cincuenta (sopa de fideos, estofado de pollo y mate) mientras replantéabamos el itinerario y el uso de mulas debido al retraso causado por las demoras en el viaje. Decidimos contratar 2 mulas y un arriero para cargar nuestras mochilas (nos dimos cuenta de que cargándolas no podríamos hacer el recorrido en el tiempo que teníamos). Kike preparó Gatorade para el camino. El arriero llamado Clímaco (personaje importantísimo durante el trekking) nos informó que no podríamos llegar a Santa Rosa en el primer día, sino sólo a Chiquisca. El segundo día tendríamos que recorrer el camino desde Chiquisca a Choquequirao, es decir bajar hasta Playa Rosalina, cruzar el río Apurímac, subir hasta Santa Rosa, luego a Marampata y finalmente llegar a las ruinas.
Emprendimos la caminata separados en 2 grupos: en el primero iban Clímaco con las 2 mulas y César, en el segundo íbamos Carlos, Kike, Sandra, Alvaro y yo. Cada grupo tenía una radio para mantenernos comunicados. Nos siguió durante unos minutos un personaje que no sabemos si era la reencarnación de Odría o un mix entre Alex y Marco que se hizo presente para vigilar nuestra partida. El primer tramo, de Cachora a Capuliyoc, lo hicimos en buen tiempo, gracias a que el camino era casi plano. Nos dimos cuenta de la importancia del Gatorade y nos lamentamos de no haber comprado más (sólo 3 frascos de polvo que rinde 8 litros cada uno).
El tramo de Capuliyoc a Chiquisca era una bajada pronunciada, las rodillas, tobillos y pies empezaron a sufrir (yo sufro de tendinitis en las rodillas, Alvaro no tenía zapatos de trekking) y nos agarró la noche, todo eso hizo que el segundo grupo se demorara bastante en llegar al campamento, menos mal Clímaco y César se habían encargado de armar la carpa. Hicimos parte del camino a oscuras y comprobamos que no hay nada como una buena linterna frontal, no una que sólo sirva de vincha como la de Kike. Encendimos la cocina y a pesar de una fuga de gas y del cansancio pude preparar crema de choclo y tallarines con tuco. Nadie se bañó la primera noche, pero algunos se refrescaron (más bien se dieron un verdadero baño de esponja) con Huggies. A la hora de acostarnos nos dimos cuenta de que la carpa era más chica de lo que pensábamos. A Alvaro y a mí nos agarró la claustrofobia y salimos de la carpa a las 4 de la mañana.
2 Comments:
Interesante travesia yo la realize en junio de este año , ustedes en que epoca la hicieron
?
mail: mponcear@gmail.com
Nosotros estuvimos en marzo del 2005, desde entonces hemos estado hablando de hacer la ruta larga (hasta Machu Picchu) pero todavía no estamos seguros de que tengamos el físico para aguantar :)
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